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viernes, 29 de noviembre de 2024
Paseo de la Rosa en Toledo.
Paseo de la Rosa en Toledo.
Artículo de opinión - 29 noviembre 2024 - Toledo
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«En Toledo, todos somos peatones. Incluso tú, conductor impaciente, que pisas el acelerador como si las calles de la ciudad fueran un circuito de carreras. Porque, aunque hoy estés tras el volante, mañana te bajarás y cruzarás la calle. Quizá incluso lo hagas en el paseo de la Rosa, en el barrio de Santa Bárbara, ese lugar donde lo que debería ser un simple paso de cebra se ha convertido en un juego de azar, una ruleta rusa que pone en riesgo la vida de quienes solo quieren caminar.

El paseo de la Rosa no es cualquier calle. Es la arteria principal de Santa Bárbara, un espacio vital que conecta a los vecinos con la estación de tren, con el resto de Toledo y entre ellos. Pero también es un lugar de convivencia: aquí están una residencia de mayores, un parque infantil, tiendas y viviendas. A pesar de ello, lo que debería ser un modelo de movilidad tranquila y segura se ha transformado en un punto negro de la ciudad. Los atropellos recientes, que ya suman varios, son una señal alarmante de que estamos fallando.


«Los pasos de peatones parecen haber perdido su propósito»

Los pasos de peatones en el paseo de la Rosa parecen haber perdido su propósito. En teoría, son espacios donde el peatón tiene prioridad, pero en la práctica son un espejismo de seguridad. Muchos conductores los ignoran, ya sea por despiste, imprudencia o simple desprecio por las normas de tráfico. A esto se suma el caos generado por los coches en doble fila, especialmente en las horas punta de la estación de tren. Estas malas prácticas bloquean la visibilidad y obligan a los peatones a exponerse al peligro, jugándose la vida al intentar cruzar.

El problema no termina aquí. Algunos conductores tratan esta vía como si fuera un circuito urbano, con acelerones, frenazos y maniobras bruscas que ponen en riesgo a todos. La velocidad y la imprudencia convierten el paseo de la Rosa en una trampa, especialmente para los más vulnerables: los mayores que pasean desde la residencia, los niños que juegan en el parque infantil y los vecinos que simplemente intentan llegar a su destino sin miedo.

Sin embargo, no podemos limitar esta denuncia a la imprudencia individual. La peligrosa situación del paseo de la Rosa refleja algo más profundo: un modelo de movilidad que prioriza al coche por encima de cualquier otro modo de transporte. Este paradigma obsoleto está agotado. Es hora de cambiar nuestras calles, de pensar en ciudades diseñadas para las personas y no para los vehículos. Caminar debe ser una opción prioritaria y segura, no un acto de valentía.

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«Necesitamos pedagogía»

Para lograr este cambio, necesitamos algo más que infraestructura; necesitamos pedagogía. La seguridad vial no se garantiza únicamente con señales o multas, sino también con educación. Es imprescindible enseñar, desde la infancia, el valor de respetar las normas de tráfico y la importancia de cuidar a los demás. Y esta enseñanza debe llegar también a los adultos, a quienes parece que el tiempo y la rutina han hecho olvidar que todos somos peatones.

El Ayuntamiento de Toledo tiene una responsabilidad ineludible. No basta con lamentar los atropellos o prometer soluciones tras cada accidente. Se necesitan acciones concretas y urgentes: instalación de cámaras para controlar la velocidad, sanción de las infracciones, mejor iluminación y señalización en los pasos de peatones, y campañas de sensibilización que lleguen a todos los ciudadanos y las ciudadanas. No podemos esperar a que ocurra una tragedia mayor para reaccionar.

«Debería ser un lugar…»

El paseo de la Rosa debería ser un lugar donde los vecinos puedan pasear, cruzar y convivir sin miedo. Los mayores tienen derecho a caminar tranquilos, los niños deben jugar sin riesgo, y las familias necesitan recuperar la confianza en sus calles. Pero para que esto ocurra, todos debemos asumir nuestra parte de responsabilidad: los conductores, recordando que el volante no les da derecho a ignorar la vida de los demás; y las instituciones, tomando medidas firmes para garantizar la seguridad de todos y todas.

Toledo no puede seguir siendo una ciudad diseñada para coches. Necesitamos más espacio para peatones, más opciones de transporte sostenible y, sobre todo, más conciencia ciudadana. Cada paso de cebra es un recordatorio de que cruzar una calle no debería ser un acto heroico, y cada vida puesta en riesgo es una llamada urgente al cambio. El paseo de la Rosa, y con él toda la ciudad, merece algo mejor. Y ese mejor empieza con respeto, con prudencia y con la voluntad de aprender que todos somos responsables. Porque todos somos peatones, aunque algunos lo hayan olvidado».

Fernando Redondo

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