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viernes, 22 de noviembre de 2024
Elena López, una historia de amor, superación y valor ante la adversidad del Covid-19
En Toledo - 11 mayo 2020 - Toledo

Miles de personas salen cada día a las 8 de la tarde a su balcón para aplaudir a los profesionales sanitarios, policías o guardias civiles, trabajadores de supermercados o de la limpieza… En definitiva, a esos héroes anónimos a los que no ponemos nombre ni cara, pero sabemos que existen y somos conscientes de su esfuerzo en la boca del lobo.

Sin embargo, hay heroínas y héroes anónimos en los que ni reparamos pero que dan una lección de fuerza y coraje cada día. Gente que con su particular manual de instrucciones frente a la adversidad se han enfrentado a los daños colaterales del coronavirus solos y en las peores circunstancias.


Es el caso de Elena López, que pasó “25 días y 25 noches sola en casa”. En cuarentena, con una parálisis cerebral que limita sus movimientos, en silla de ruedas, con una enfermedad que afecta a su capacidad pulmonar –incrementada estos días con dosis extra de cortisona-, grupo de riesgo y con su pareja ingresada por Covid-19.

Encastillalamancha.es se ha acercado virtualmente a su casa y os contamos su historia.

“Yo quiero, desde el periódico, dar las gracias a tantas y tantas personas que me están ayudando”.

¿Esperaban reproches o lamentos? Pues olvídense, porque en esta historia Elena le pone sonrisas al sufrimiento y ante la angustia se parapeta con cualquier actividad que se pueda permitir. Todo, menos desaliento.

«La tarde que se llevaron a Jesús creí morir»

Durante más de 25 días, a la tristeza de la soledad sin Jesús Alberca, su marido, se han sumado la angustia por su evolución tras ser ingresado en una residencia de Villacañas contagiado por el Covid-19; el miedo a haberse contagiado ella, más la incertidumbre de pasar sola la cuarentena.

Tras un falso negativo y varios días en casa cuidado por una hermana, el marido de Elena tuvo que ser ingresado. «La tarde que se llevaron a Jesús a las residencias creí morir…», relata.

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De la noche a la mañana Elena, grupo de riesgo extremo incluso aunque su pareja hubiera cogido el coronavirus, se quedó sola, con su adversidad, su angustia, sin poder visitar ni ser visitada, con sus pulmones fatigados y mirando el calendario.

[ze_summary text=»Quiero dar las gracias a tantas y tantas personas que me están ayudando»]

Quiero dar las gracias a tantas y tantas personas que me están ayudando[/ze_summary]

 

Descontaba los días esperando buenas noticias de la evolución de Jesús. Miraba el calendario esperando que pasara su ausencia. Y caían las hojas mientras consumía su cuarentena y el cuerpo seguía resistiendo sin síntomas.

Seguro que ha habido momentos de lágrimas a solas y algún pesar, pero Elena los desecha y cuando escucha “eres una campeona, no hay quien pueda contigo”, ella dice “el campeón es mi marido, que va muy bien; me dicen que ha superado el coronavirus y está esperando las pruebas para confirmar que está limpio”.

Nos lo contó unos días antes de que pudieran reunirse de nuevo en su hogar, en Toledo.

«No tengo palabras para agradecer tanto a tanta gente»

Sola en casa, obligada por su riesgo y su cuarentena, pero acompañada continuamente al otro lado del teléfono. O del timbre de casa. Llamadas y videollamadas de montones de amigos que se han estado preocupando por ella, ofreciendo su ayuda y transmitiendo ánimo.

“Mi hermana, mi cuñada, mis vecinas se han volcado… Me bajan comida, la compra, me bajan de todo y me compran todo lo que necesito”.

“Al principio me levantaba muchas veces a ver sí había cerrado bien la puerta para que puedan entrar si me pasa algo, pero luego me he ido acostumbrado y tranquilizando…”, nos cuenta.

[ze_summary text=»Al principio me levantaba muchas veces a ver sí había cerrado bien la puerta…»]

Al principio me levantaba muchas veces a ver sí había cerrado bien la puerta…[/ze_summary]

 

“No tengo palabras para agradecer a tanta y tanta gente que me llama y que se han preocupado mucho de mi cuarentena”, repite una y otra vez.

Solo había una cosa que nadie podía darle, al amor de su vida. ¡Cómo echaba de menos a Jesús! Ha estado muy preocupada, pero sabía que no podía rendirse.

Rutina y escritura, el manual de supervivencia de Elena

Su receta, rutinas diarias; y frente al agobio, a escribir. Sí, porque Elena prepara un libro con su historia y no habrá quien se quedé indiferente después de leerlo.

“A las 6 o las 7 me despierto y doy los buenos días a una amiga. Luego hablo con mi madre en videoconferencia a las 8; me suelo duchar, me tomo mi medicación y procuro hacer cositas en casa: la cama, recoger para mantenerme activa, porque tengo muchos dolores de huesos por la cortisona, que la necesito para el pulmón; hay días que tengo mucha fatiga”. Así 25 días.

“Escribo a media mañana, bastante ahora… Luego como, recojo la cocina y me echo en mi cama articulada para intentar descansar…”.

Por supuesto, “con Jesús hablo muchísimas veces al día por videoconferencia, así le veo la cara y así no me puede engañar, yo le miro y sé si está mejor o peor”.

Nunca le faltaba compañía telefónica: “Con mis sobrinos hablo todos los días y otros vienen a ver qué tal estoy…”, nos contaba unos días antes de que la pesadilla terminara.

El 20 de abril no fue un buen día

Aún así… Había momentos que ni las rutinas ni su fuerza interior ni las llamadas de los amigos ni los vecinos… El día 20 de abril fue el peor momento. Se cumplía un año de la muerte de su padre. “Ese día me encontré mal, muy mareada, tuve que llamar al médico… Hacía 5 días que se había ido Jesús, estaba muy angustiada, pero mi doctora me ayudó”.

Es de los pocos momentos de debilidad que confiesa, porque ella procura “no mostrarme mal delante de nadie, porque bastante mal lo paso sola como para agobiar más”.

Hubo días de susto, como cuando se cortó abriendo una lata. Y de agobio “hasta que vino la empresa de limpieza a desinfectar la casa”. Pero todo eso ya pasó.

«¡Estoy feliz!»

El 6 de mayo Jesús volvió a casa. “¡Estoy feliz!”, repite desde entonces. Sabe que al menos hasta el 26 de junio no podrá salir a la calle, ni siquiera con protección, pero ya todo es diferente con Jesús en casa.

“¡Qué fuerte eres, me dice todo el mundo, pero yo no me considero ni más ni menos que nadie!”.

Pues en eso te equivocas, Elena. Eres muy fuerte. Y has afrontado una situación complicada y arriesgada con inteligencia y valor. Recuérdalo. Y sé feliz.

[ze_image id=»377716″ caption=»Elena López, durante su participación en la III Jornada » type=»break_limited» src=»https://ecmadm.encastillalamancha.es/wp-content/uploads/2020/05/Jornadas_Soy_Mujer_2020_20_753-1199×674.jpg» urlVideo=»» typeVideo=»» ]

 

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