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viernes, 22 de noviembre de 2024
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La coordinadora del libro, Ana María Laza(d), junto a Teresa Garrido(i), enfermera que ha colaborado en esta "memoria colectiva".
"El Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, visto por sus profesionales" 16/10/2022octubre 17th, 2022 - Toledo

«Mi primera entrada al entonces Centro Nacional de Rehabilitación de Parapléjicos fue un 5 de febrero de 1979. Era el día de la toma de posesión de mi plaza de enfermera. Ese 5 de febrero era un día gris y amenazaba lluvia. Se podría decir que hacía juego con mi estado de ánimo. La verdad es que no quería trabajar en aquel hospital. Ella es la enfermera jubilada Ana Laza Alonso. Después de ese primer día gris en el hospital, nunca más volvería a salir de allí, hasta su jubilación.

43 años después, Laza está sentada junto a Teresa Garrido Hernández, enfermera; y Pilar González González, terapeuta, frente a este periodista de encastillalamancha.es para hablar sobre los testimonios que ha conseguido recopilar en un libro, que es más un «trozo de memoria colectiva» que un libro al uso. Es El Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, visto por sus profesionales de los primeros 15 años (1974-1989), su obra y la de todas las primeras médicas, enfermeros, pacientes, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, celadores, personal de cocina, de limpieza… En definitiva, quienes sacaron adelante lo que hoy es el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, una institución que más allá de salvar vidas, «cuida a los pacientes de la cabeza a los pies», como reafirma Laza con contundencia.


Laza ha recogido los testimonios de 177 trabajadores y trabajadoras que relatan su historia con ese «hospital especial», como lo define Laza. 613 páginas marcadas por el sentimiento de recuperar la memoria de un centro que hoy es una referencia en el tratamiento de pacientes de lesiones medulares. Un hito que no hubiera sido posible sin el empeño de la enfermera por recoger parte de la historia, de las autoras y de los autores y de los 208 mecenas que han apoyado la causa con aportaciones económicas. «Este libro serían páginas blancas sin el apoyo de todos ellos».

Ana Laza(d), enfermera del hospital, junto a Teresa Garrido(c) y Pilar González(c). Foto: Alejandro Sahorí Valero.

Los primeros años, el doctor Mendoza y Bardem postrado en una cama

El hospital arranca en 1974, cinco años antes de que llegase Laza aquel 5 de febrero. «En los años 1972, 1973, el germen de este hospital estaba en la quinta planta del Virgen de la Salud (el antiguo hospital de Toledo)». Ahí comenzó a fraguarse esta institución que, apenas un año después se mudó a las instalaciones donde se ubica actualmente, a la orilla del Tajo. 

Uno de los primeros nombres que aparecen en la conversación es el doctor Mendoza, ¿quién fue? «Era el jefe de rehabilitación, el responsable de la planta de lesiones medulares del Virgen de la Salud», comienza relatando la enfermera y propulsora del libro. Mendoza es un apellido que se recuerda en el hospital «con mucho cariño».

El mismo cariño, y con un escalofrío a veces, con el que se recuerda al que fuese el mayor activista por la eutanasia en España, Ramón Sampedro. La voz del tetrapléjico gallego llegó hasta buena parte de los hogares de España a través de un Javier Bardem que lo interpretó en Mar Adentro, la película de Amenábar, en 2004. El nombre de Sampedro es uno de los que se quedan en la memoria colectiva. Lo que quizás no es tan público es que el propio Bardem estuvo en el hospital toledano.

«Estuvo aquí un tiempo porque tenía que aprender cómo vivía un tetrapléjico», cuenta Pilar, que fue una de las sanitarias que le ayudaron a meterse dentro del cuerpo de Sampedro. «Vino a ponerse en una cama y postrarse durante horas. Nosotras teníamos que ayudarle a tener la actitud de un tetrapléjico de cintura para abajo, las manos… Estando en una cama sin poder mover más que el cuello». Le pusimos una barriga», cuenta Pilar con una voz que rememora lo ocurrido como si hubiese sido anteayer.

Tanto Pilar, como Ana y Teresa piensan en voz alta, y entre risas, que si «Sampedro hubiera estado aquí, igual no se habría quedado en la cama».

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Javier Bardem junto a Pilar González. Imagen del propio libro.

Amor en el hospital, miedo al salir

Los pacientes del Hospital de Parapléjicos pasan una media de seis meses en el centro. Eso ahora, porque hace unos años llegaban a pasar hasta un año. Quizás, esta es la clave del por qué este hospital funcionaba más en un «sentido familiar» que cualquier otro. Las celebraciones se convertían en fiestas. Los carnavales eran un lugar «para construir disfraces con telas» y los fines de año se parecían más a los que se festejan en cualquier hogar que a los de un propio hospital.

Por supuesto, en esta amalgama de historias, de vivencias y de recuerdos compartidos, aparece el amor. Del centro han salido muchas parejas, aunque las tres trabajadoras relatan con dulzura la historia de una auxiliar de enfermería, Caridad Pérez Herrera, y de uno de los primeros pacientes del hospital, Yamas Masoud.

«Yo me fui enamorando de Yamas, un tetrapléjico que estaba ingresado en la planta», reconoce en el libro Cary, como le llaman cariñosamente sus compañeras. “Silenciábamos, escondíamos nuestro amor con discreción y respeto, sin que nadie notara nada». Unos años más tarde, nada pudo ocultar ese amor correspondido y Cary y Yamas, Yamas y Cary se casaron el 4 de octubre de 1980. «Estuvimos casados hasta 2015», relata la sanitaria. La muerte de Yamas fue la única que pudo separarlos.

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La boda entre Cary y Yamas. Imagen del libro.

La realidad es compleja y más allá de la familiaridad del hospital, la reincorporación de los pacientes a la sociedad es algo que no se ha conseguido totalmente. Más porque la sociedad no está preparada para aceptar la diversidad y las dificultades que por los esfuerzos, sobrehumanos, que hacen los pacientes por reengancharse a la vida.  «Cuando salen, la vida es difícil» , relata la coordinadora del libro. Tanto Teresa como Pilar admiten que «en el exterior» aún hay muchas cosas por cambiar, sobre todo, las profundas.

«A mí me han llegado a contar los pacientes que sus amigos ya no se querían juntar con ellos porque decían que les daba mucha pena verlos así», cuenta Ana con un hilo de voz.

«El hospital debe ser un centro humanizado»

La palabra hospital va unida a tratamiento, y esta última se asocia al avance en la investigación que nos lleva, casi siempre, a un progreso tecnológico. Más aún si cabe en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, donde hace unas semanas se presentó un proyecto innovador: un exoesqueleto que permitía a los lesionados modulares moverse a través de los impulsos nerviosos de su cerebro. «Caminar con la mente».

Si la investigación debe ser el pilar sobre el que se sustente el avance científico, el trato humano y diario con los pacientes es otra de las asignaturas «igual de importantes» que las demás. «Cualquier persona necesita el tato humano, necesitas que te hablen, que te mimen, que te cuiden», cuenta Teresa, que entró al centro en el 1985. Unos «cuidados humanos» que son, quizás, más necesarios en un centro en el que la mayoría de pacientes ha sufrido un «shock que ha cambiado su vida de un día a otro». La gran parte de los pacientes está en el hospital por un accidente.

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Ana Laza junto a compañeras, en los jardines del hospital. Foto: ASV.

«Mucha gente viene destrozada, tenemos que estar animándoles», prosigue Pilar. «También a los padres, porque al principio ven que sus hijos no avanzan, pero les decimos ‘No te preocupes, que mañana van a conseguir mucho más». Ese trabajo diario es el que dignifica a estas profesionales, que cuentan estas historias sin percatarse del valor y admiración que infunden al hablar.

El libro comienza con un poema de Antonio Machado donde recita que Al andar se hace camino, / al volver la vista atrás/ se ve la senda que nunca / se ha de volver a pisar. La última palabra del libro es un «GRACIAS». Ese agradecimiento profundo, real, evoca el mismo sentimiento que debemos reconocer a las personas que cuidan, en cuerpo y alma, los cuerpos y las almas de los demás. Así que solo me falta una palabra más por escribir. GRACIAS.

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Uno de los libros que recoge la «memoria» Hospital de Parapléjicos de Toledo. Foto: ASV.

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