Toledo, con sus majestuosos puentes históricos, es a menudo presentada como un símbolo de unión y convivencia. El pasado 31 de mayo, el alcalde nos recordó en su vibrante discurso que nuestra ciudad ha sido, es y será siempre acogedora, abierta al diálogo y a la diversidad. En sus palabras, Toledo es un lugar donde todos los toledanos pueden disfrutar y convivir, sin importar sus diferencias.
En su apasionada alocución, el alcalde también destacó que, desde que asumió su cargo hace un año, su equipo de gobierno está dedicado a construir un futuro sólido para la ciudad, trabajando con valentía y ambición. Nos prometió un Toledo moderno, vanguardista e innovador, dirigido por una hoja de ruta que supuestamente asegura que el Toledo del mañana no será fruto de la improvisación. Además, reafirmó su compromiso con una ciudad vibrante y llena de vida.
Sin embargo, como toledano, es difícil no encontrar una desconexión entre estos nobles ideales (que yo los compro y defiendo) y la realidad cotidiana.
Por ejemplo, consideremos el tema de la accesibilidad. El alcalde nos aseguró que las obras en Toledo se realizarían con la visión y las necesidades de las personas con discapacidad en mente. Para apoyar este compromiso, hace ocho meses se constituyó el Consejo de Discapacidad de la ciudad, un órgano destinado a velar por los intereses de este colectivo. Y, por supuesto, desde su creación, dicho consejo no se ha reunido ni una sola vez. Mientras tanto, se han llevado a cabo múltiples obras en la ciudad, ninguna de las cuales parece reflejar ese compromiso tan fervientemente proclamado.
El Consejo de Discapacidad no se ha reunido desde su creación y las obras en la ciudad no reflejan el compromiso de accesibilidad
Tomemos como ejemplo el Palacio de Congresos. Este edificio, que debería ser un centro dinámico y representativo de Toledo, está, desafortunadamente, en un estado de abandono cuando se trata de accesibilidad.
Los ascensores que llevan a la entrada del palacio han estado fuera de servicio desde al menos diciembre del año pasado. Sí, exactamente. Mes tras mes, estos ascensores permanecen inoperativos, creando una barrera insuperable para los usuarios de sillas de ruedas, personas mayores, personas con niños pequeños o con cochecitos de bebés en definitiva para cualquiera que dependa de ellos para sobrellevar su realidad.
Pero una ecuación simple, más para que se pueda apreciar la importancia de estos ascensores.
En Toledo, tenemos el Hospital Nacional de Parapléjicos, una ciudad llena de cuestas y poca oferta de ocio… Así que, mientras escuchamos promesas de un Toledo accesible y modernizado, la realidad nos enfrenta con una ciudad donde los pequeños detalles, esos que son inmensamente importantes para algunos, son consistentemente ignorados. Parece que la visión de una ciudad inclusiva y accesible se desvanece ante la falta de acción concreta.
Pero no te preocupes, querido lector. Porque, ¿quién necesita realmente accesibilidad cuando podemos deleitarnos con discursos grandilocuentes y hojas de ruta impecablemente diseñadas? Estoy seguro de que estas palabras inspiradoras nos llevarán muy lejos… al menos, a aquellos de nosotros que pueden llegar a la entrada del Palacio de Congresos sin necesidad de un ascensor.
Los ascensores que llevan a la entrada del palacio han estado fuera de servicio desde al menos diciembre de 2023
Javier Payo Béjar, persona con discapacidad que va en silla de ruedas.