El agua de las lluvias caída a lo largo de los años ha provocado la erosión y el deterioro de las juntas de las piedras de la torre de la Catedral de Toledo. Así se afirma en el informe realizado por la empresa que el Cabildo Primado contrató para que comprobara cuál era la situación del monumental edificio después del desprendimiento de un trozo de cornisa de al menos 20 kilos de peso que cayó, en octubre, desde una altura de 36 metros de la torre de la Catedral y que por fortuna no ocasionó ningún daño personal.
El trabajo de la citada empresa se ha basado en una inspección pormenorizada de las fachadas y cornisas de la torre, tal y como ha informado el Arzobispado de Toledo.
Posibles «lesiones y procesos patológicos» en la Catedral de Toledo
Se ha llevado a cabo una inspección visual con descuelgue vertical y documentación fotográfica, contando con un equipo de especialistas en las técnicas de trabajos verticales cuyo objetivo era detectar posibles «lesiones y procesos patológicos». Para ello se han montado instalaciones temporales ancladas a la estructura fija, evitando el montaje de andamios.
Una inspección que se ha llevado a cabo sobre los cinco primeros cuerpos, hasta una altura aproximada de 50 metros, sobre una superficie aproximada de 2.650 metros cuadrados. Identificando los puntos de potencial debilidad por su condición arquitectónica, como son los frisos y las cornisas (elementos más expuestos y débiles).
En el informe final se afirma que existen ciertas patologías que se han desarrollado en la torre de la Catedral a lo largo de los años debido, principalmente, al agua de la lluvia. Y es que la acción del agua ha protagonizado pérdidas volumétricas en los paños y superficies de la zona inmediatamente inferior al plano de incidencia de la lluvia, además de erosionar y deteriorar las juntas de las piedras debido a la escorrentía (agua de lluvia que discurre por una superficie).
Será ahora cuando el Cabildo de la Catedral Primada estudie el informe y decida cuándo y cómo se restaura lo dañado.