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viernes, 22 de noviembre de 2024
Los cuatro agentes de la Policía Nacional que acudieron de inmediato a la vivienda de la niña, posando para encastillalamancha.es.
Los cuatro agentes de la Policía Nacional que acudieron de inmediato a la vivienda de la niña, posando para encastillalamancha.es. Foto - Rebeca Arango
"Nunca se nos olvidará su cara" - 10 noviembre 2020 - Toledo

Afirman que recordarán, durante toda su vida, la cara de la niña cuando miraba a uno de ellos después de conseguir que expulsara la uva de grandes dimensiones que se había tragado y le impedía respirar. Eso sí, tras vivir minutos de angustia, tensión, incertidumbre… De hecho, la habían salvado la vida.


Esta es una historia totalmente humana y muy emotiva, la de cinco policías nacionales de Toledo que salvaron la vida de una niña de tres años que a punto estuvo de morir por atragantamiento la noche del domingo 8 de noviembre, cuando uno de ellos llamó por la emisora y los otros cuatro escucharon atónitos que…

«Teníamos que llegar de inmediato, no podíamos dar palos de ciego»

He aquí el relato contado por ellos mismos a encastillalamancha.es, en primera persona. Seguro que les estremece.

«Fue un trabajo en equipo», recalca el oficial Tito, «cuando nos pasaron el aviso nos pilló en la avenida de Europa y la vivienda estaba a apenas un minuto. Llegamos dos patrullas y nos encontramos con un patio y muchos portales, pero por fortuna un vecino nos estaba esperando…».

[ze_image id=»398083″ caption=»Los cuatro agentes que acudieron a la llamada desesperada de la madre respiraron en cuanto sacaron la uva de la garganta de la niña. Foto: Nuria García-Abadillo.» type=»break_limited» src=»https://ecmadm.encastillalamancha.es/wp-content/uploads/2020/11/Policias_nacionales_salvadores_nina_uva_3.jpg» urlVideo=»» typeVideo=»» ]

 

La llamada de aviso procedía del subinspector Mínguez, jefe de la sala Cimacc (Centro Inteligente de Mando, Comunicación y Control), «la madre estaba muy nerviosa y nos pedía una ambulancia porque su hija se ahogaba. Mientras el operador de sala intentaba tranquilizarla, yo informaba a mis compañeros y a los servicios sanitarios. Nos teníamos que cerciorar de que la información que nos facilitaba del domicilio era la correcta, para que los agentes llegaran de inmediato y no diéramos palos de ciego. En esos momentos urge una información lo más precisa posible para hacer una actuación lo más puntual posible».

Apenas han transcurrido 48 horas desde el incidente y aún sale a relucir la tensión que vivieron…

«Era una uva de dimensiones brutales, de color verde y se la había tragado sin morder…»

La agente Mari Carmen recalca que vivieron «un momento brutal… Había algo que a la niña le obstruía las vías respiratorias y nuestra sorpresa fue cuando salió una uva de unas dimensiones brutales, de color verde y que estaba sin morder. No sé, se la tragaría sin querer… Pero sí, fue una situación de mucho estrés y que me ha dejado marcada para toda la vida, solo con recordar la cara de la niña…».

Igual que al agente Nando, quien recuerda que la niña, una vez que le habían conseguido sacar la uva, «no se quería soltar de los brazos del compañero (de Tito). Tengo dos hijos e imagínate lo que se te pasa por la cabeza… Al principio fue un momento de muchísima tensión, desde que nos llamaron, no te da tiempo ni a pensarlo».

Estremecedor…

El oficial Roberto recuerda los momentos de angustia al ver a la niña «que respiraba un hilito… Y que cuando le venía una flema dejaba de respirar». Eran las 10 de la noche, a los agentes les quedaba poco para acabar el turno e irse a sus casas, cuando entró la llamada. «Por el tono de voz del compañero de la sala se notó que la vida de la niña corría un peligro real, pero por fortuna estábamos bastante cerca».

«Metí el dedo hasta la garganta y toqué la uva»

Lo relata Tito, el agente que cogió a la niña, la puso boca abajo sobre su brazo izquierdo y con las piernas hacia arriba. Al mismo tiempo, Roberto le metía el dedo en la boca y él le propinaba una palmada en la espalda. «Cuando llegamos había una vecina (una enfermera jubilada) que le estaba palmeando, pero no tenía fuerza suficiente y la uva no salía. Cuando la cogí, Roberto la abría la boca, porque ella la cerraba por instinto. En el primer intento, nada…».

Estaban aplicando la maniobra de Heimlich, una técnica de primeros auxilios con la que salvaron la vida de la pequeña.

Fue al segundo intento cuando expulsó entera la uva… Aquí Roberto afirma que «yo le miraba la boca, la tensión de los dientes no me permitía abrirla y…». Hasta que lo consiguió. «Metí el dedo hasta la garganta y toqué la uva. Hice una especie de gancho y automáticamente salió. ¡La uva botó en el suelo, estaba entera y no había sido ni masticada!».

«La niña miraba a Tito como si fuera su dibujo animado preferido»

Tito continúa el relato… «La mantuvimos, después de que saliera la uva, un minuto más o menos boca abajo por si tuviera vómitos, pero no… Se estabilizó su respiración, se sentó en mis rodillas y ya tranquila, la empecé a preguntar qué tal el cole…».

Mari Carmen recuerda que los cuatro policías estaba pendientes de la niña, «apoyó las manos en el chaleco de Tito y le miraba fijamente como si fuera su dibujo animado preferido, tragaba saliva… La cara de la niña no se nos va a olvidar en la vida, nos temblaban las piernas…».

[ze_image id=»398082″ caption=»El relato de los policías es estremecedor. Foto: Nuria García-Abadillo.» type=»break_limited» src=»https://ecmadm.encastillalamancha.es/wp-content/uploads/2020/11/Policias_nacionales_salvadores_nina_uva_2.jpg» urlVideo=»» typeVideo=»» ]

 

Tito no tiene reparos en reconocer que resuelta la situación, que acabó bien pero que podía haber tenido un final dramático, «toda esa adrenalina que tienes por la tensión acumulada, te relajas y liberas… Sí, lloré, porque te pones en el lugar de la madre y…».

Mientras, la madre se encontraba, como bien se pueden imaginar, en shock, «pero cuando vio que la niña estaba bien empezó a llorar». Mari Carmen también rememora la alegría de todos los vecinos que se habían arremolinado en torno a ellos, «la madre nos dijo que estaba encantada de habernos conocido».

Dando botes de alegría en la sala, «¡hemos salvado a una niña!»

El subinspector Mínguez señala que aunque estén acostumbrados a actuaciones similares, «es muy angustioso, porque es una cuestión de vida o muerte, de muchos nervios. Mi compañero y yo, en la sala, dábamos botes de alegría al enterarnos de que le habían sacado la uva, ¡hemos salvado la vida de una niña y de una familia! gritábamos. Pero minutos antes nos devoraba la angustia, esperábamos ansiosos las noticias de nuestros compañeros, que nos contaran qué había pasado. También somos padres de familia y es fácil empatizar con la situación».

A Nando tampoco se le olvidará en la vida la cara de la niña una vez que la habían salvado, «fue increíble, es la primera vez que vivía algo de este tipo y… Cuando salió la uva fue una alegría y una satisfacción».

Dos de ellos ya habían salvado las vidas de sus hijos…

Pero ni Tito ni Roberto era la primera vez que vivían una experiencia de estas características. Y además en su propia familia…

«Cuando mi hijo tenía un año y su madre le estaba dando el biberón se formó una pasta de mocos y de leche…», nos cuenta Tito, «mi esposa comenzó a gritar, el niño estaba morado cuando le cogí, le puse boca abajo y le metí el dedo en la garganta, hasta que vomitó».

Roberto vivió una situación similar, «este verano, cuando uno de mis hijos se quedó sin respiración al atragantarse con un trozo de carne cuando estábamos comiendo una paella». Por fortuna, él mismo lo solucionó aplicándole la maniobra de Heimlich.

Termina Tito… «Ha sido una de las mayores satisfacciones que me ha dado mi trabajo, que hayamos salvado la vida de esta niña. Por eso reconozco el trabajo de los médicos y de los enfermeros, que lo hacen todos los días».

Nobleza policial obliga…

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