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viernes, 22 de noviembre de 2024
El traumatólogo Jesús Romero.
Artículo de Opinión - 16 abril 2020 - Toledo

Para la mayoría de los colectivos, excepto para los sanitarios y algún otro (servicios de seguridad y otros servicios imprescindibles) el distanciamiento social impuesto se ha convertido en la nueva forma de practicar la responsabilidad, y solidaridad para con el resto de la comunidad de la cual formamos parte. Sin embargo, de esta forma corremos el riesgo de caer en un excesivo desapego por los seres queridos y otrora más cercanos, en su lugar buscaremos el consuelo y el pseudoafecto mediante un “contacto” en las ondas electromagnéticas de las redes sociales.

Mala práctica que aunque por algún momento puede desplazar a los besos, abrazos, caricias, miradas a los ojos, o un apretón de manos… tiene los días contados si queremos no ser relegados a un lugar, que ni los llamados “animales irracionales” ostentan. Si, irracionales pero que nunca prescindirían de las caricias, miradas, o besos y afectos que se profesan ampliamente algunas especies (mamíferos) con las que compartimos el planeta.


Ni tanto ni tan calvo

Mirado desde este prisma, los médicos, enfermeros y resto del personal sanitario somos unos privilegiados, y no porque ahora se nos vea como unos héroes -mañana la sociedad, y sobre todo los responsables políticos se habrán olvidado-; ni tampoco lo queremos , ni lo buscamos. En mi caso, dado ya mi edad y bagaje por la vida, conocí esos momentos cuando se nos consideraba poco menos que dioses, seres superiores; nunca me gustó esa sensación. La gente agradecida en ocasiones, sobre todo si se trataba de un cirujano -como es mi caso y el de mi padre- nos intentaban besar las manos. En estas extrañas circunstancias, si no teníamos los pies en la Tierra, pisando firme, se nos “podía ir la olla”. Ni tanto, ni tan calvo…

La vocación de los médicos, pilar del Sistema Nacional de Salud

En tiempos del anterior Jefe de Estado, Franco, se socializó la Medicina en España a unos niveles mucho más populares que en el resto del mundo occidental, esto fue muy bueno para la sociedad del momento y se arrastró hasta nuestros días. Quizás ahí estriba el éxito de nuestro actual Sistema Nacional de Salud (SNS/SPS), aunque no por el sistema en sí, sino por la ética y ejemplo de servicio a nuestros congéneres demostrado por la clase médica; un colectivo muy conformista y poco dado a plantear problemas ni reivindicaciones a los Gobiernos de turno. Muchas veces un auténtico sacerdocio, si nos comparamos con la situación en países vecinos, y no hace falta irse muy lejos a buscar, basta con mirar a nuestro hermano Portugal.

Seguramente, y hablo a modo individual aunque creo no equivocarme mucho, no quiero que se nos considere un dios ayer, ni un héroe hoy, sino que nos encontremos suficientemente protegidos y reconocidos por el Estado al que servimos, que nos devuelvan la DIGNIDAD robada. Si esto es mucho pedir, y no reivindicamos nuestros derechos acorde con el servicio y entrega prestada, al menos yo me seguiré considerando un «AFORTUNADO» por no haber caído en la frialdad de la soledad digital.

Jesús Romero, médico traumatólogo.

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