Ha sido en una audiencia privada donde el Papa Francisco ha recibido a un grupo de 35 mujeres separadas o divorciadas de la archidiócesis de Toledo, a quienes acompañaba el arzobispo Braulio Rodríguez. Visita en la que también han estado el vicario episcopal de La Mancha y responsable de apostolado seglar de la archidiócesis, Emilio Palomo; el delegado diocesano de Familia Vida, Miguel Garrigós; el vicario judicial de la archidiócesis, José Antonio Martínez; y el coordinador del grupo, Josué García.
Las 35 mujeres han sufrido durante su separación o divorcio «y han encontrado en la Iglesia una respuesta y atención a su situación concreta», tal y como ha señalado el arzobispo de Toledo.
[ze_summary text=»El Papa nos ha insistido en que desde el amor hemos de educar a nuestros hijos a amar y respetar a todo el mundo, y que hemos de rezar por nuestros exmaridos»]El Papa nos ha insistido en que desde el amor hemos de educar a nuestros hijos a amar y respetar a todo el mundo, y que hemos de rezar por nuestros exmaridos[/ze_summary]
Una de estas mujeres, Esperanza Gómez-Menor, calificó la experiencia de «genial, hemos encontrado a un padre que nos ha escuchado con cariño y con una sencillez absoluta». Madre de dos hijos, preguntó al Papa cómo acertar en la educación de los hijos cuando los criterios de los padres son diversos a la hora de inculcar valores, «y el Papa nos ha insistido en que desde el amor hemos de educar a nuestros hijos a amar y respetar a todo el mundo, y que hemos de rezar por nuestros exmaridos».
[ze_gallery_info id=»186770″ ]La talaverana Isabel Díaz le preguntó acerca del papel de las mujeres separadas y divorciadas en la Iglesia, «y el Santo Padre nos ha insistido en que, con nuestra experiencia, podemos ayudar a los separados a vivir este sufrimiento y, sobre todo, nos ha remarcado insistentemente que la Iglesia nos arropa y abraza».
[ze_summary text=»Ellas le regalaron una carta personal y dibujos hechos por sus hijos; el Papa a ellas un rosario para cada una»]Ellas le regalaron una carta personal y dibujos hechos por sus hijos; el Papa a ellas un rosario para cada una[/ze_summary]Un encuentro que ha resumido de la siguiente forma: «Ha sido como estar con un amigo, era como si estuviéramos en una de nuestras reuniones mensuales, Francisco ha sido muy cercano y muy amoroso con nosotras».
Las mujeres le regalaron una encuadernación formada por las cartas personales que cada una de ellas ha escrito al Papa, incluyendo dibujos realizados por sus hijos, junto con un cuadro de damasquino y dos publicaciones de la Delegación de Familia y Vida en su trabajo pastoral con padres jóvenes en la educación de los hijos.
El Papa, a su vez, les regaló un rosario a cada una de ellas.
El Papa Francisco, un ambiente distendido y una recomendación literaria
Mujeres que forman parte del Grupo Santa Teresa de mujeres separadas o divorciadas. El arzobispo, finalizado el encuentro, ha recalcado que ha sido «sencillo, en un ambiente distendido, ha durado una hora y media y las mujeres han preguntado al Santo Padre. El propio Papa nos ha agradecido la visita cuando se trata de todo lo contrario, somos nosotros los agradecidos porque se trata de algo impagable».
Un encuentro que tuvo lugar «casi sin quererlo, porque tras entregar una carta de este grupo de mujeres, junto con otra mía, ha sido el propio Francisco quien ha mostrado interés en conocer cómo se trabaja pastoralmente en este ámbito».
Mientras, Garrigós calificó la experiencia de «increíble. El Papa ha acogido a las mujeres con gran cercanía y cariño y las ha alentado a continuar en su camino. Y ha felicitado al arzobispo, a quien ha animado a seguir con esta tarea. Porque ha insistido en que no tenemos vocación, como humanos, de permanecer heridos. Hemos de acostumbrarnos a vivir con la cicatriz, ya que da dignidad porque ha habido un sufrimiento detrás y nos ha puesto el ejemplo de las arrugas de los ancianos, que dignifican a quienes las poseen».
El Papa pidió al grupo de mujeres que leyeran íntegramente «la exhortación apostólica Amoris Laetitia y con especial énfasis el capítulo cuarto».
«Una tremenda decepción y con nuestra vida quebrantada y totalmente descolocada…»
Fue el 14 de abril cuando el Papa invitó a este grupo de mujeres a visitarlas en el Vaticano a través de una carta que envió al arzobispo de Toledo, después de que ellas le remitieron un escrito en el que le explicaban los objetivos del grupo. Querían hacerle llegar su agradecimiento, queremos dar testimonio de nuestra historia y del apoyo que recibimos de la Iglesia en la Diócesis de Toledo».
Le explicaron que cada una de nosotras «ha experimentado una vivencia semejante, que nos ha conducido a una tremenda decepción y con nuestra vida quebrantada y totalmente descolocada nos hemos preguntado si esto es lo que quiere Dios… Y en algún momento no veíamos, Santidad, la forma de salir adelante con nuestros hijos, pero sobre todo con nuestras personas».
El testimonio de cómo se conocieron también es desgarrador… «En un momento concreto alguien nos habló a cada una de nosotras de un grupo y decidimos ir un día a la reunión que este grupo tiene cada mes y, con bastante cautela miramos, alrededor en la sala… Contamos nuestra historia por encima y lloramos, lloramos mucho ese primer día, aunque se supone que ya lo habíamos llorado todo a solas o con muy poca gente. Y entonces esas mujeres y esos sacerdotes nos sonrieron y nos dijeron que ya no estamos solas, y que nos entienden, que ya lo han vivido y que tienen sus brazos abiertos para una más, que allí están para lo que haga falta…».