20 de junio de 2022, poco antes de las ocho de la mañana, el humo irrumpe a través de las ventanas del Alcázar de Toledo, uno de los edificios cumbre de la ciudad. La humareda, negra, espesa, salía por las ventanas de la séptima planta. La plantilla que estaba en ese momento en el Alcázar, desalojada minutos antes, miraba hacia el cielo. Los curiosos se arremolinaban en la Cuesta de los Capuchinos, cruzando los dedos para que no ocurriese nada.
Apenas unos minutos después de que apareciesen las llamas, el equipo de Bomberos del Ayuntamiento de Toledo acudió a la emergencia. «Los minutos eran fundamentales», asegura Jesús Álvarez Díaz-Guerra, suboficial de Bomberos que ha contado a encastillalamancha.es cómo lucharon contra el humo en tiempo récord. Una hora más tarde del susto, el humo se ahogó gracias a la actuación del equipo de Bomberos. Esta es su historia.
Las impresionantes fotos del incendio en el Alcázar de Toledo, ¡vaya susto!
Aparece el primer contratiempo: fallan las tomas de agua
Son las ocho de la mañana y las alarmas suenan en el Alcázar. De manera casi automática, los «apagaincendios» se ponen el traje y se montan en los camiones para entrar en el edificio, «cada minuto cuenta», confiesa Álvarez. Además de la prisa, de la urgencia, nada más llegar, se encuentran el primer problema: fallan las tomas de agua.
«Tres hidrantes (tomas de agua que se ubican en el suelo) no tenían agua porque tenían la llave de toma cortada. Y la llave del agua está a gran profundidad, es de difícil acceso…», relata el suboficial. «En una urgencia tan extrema, no podemos perder el tiempo porque los minutos son fundamentales». Con mucha paciencia, y organización, consiguen llegar hasta la toma de agua, enganchan el camión y comienzan a funcionar las mangueras.
«Detrás de ese panel hay una puerta», o cómo encontraron el foco del incendio
Mientras unos compañeros buscaban las tomas de agua, otros se organizaban para acceder al edificio. Lo hicieron a través de las ventanas. Una vez en el interior, había que encontrar el foco del humo. En un primer momento, el humo provenía de un lugar que no localizaron hasta que la confesión de un trabajador señaló el camino.
En ese momento, le pusieron un traje y el trabajador del edificio entró con ellos, en dirección al humo. «El foco estaba detrás de unos paneles que no estaban a la vista. En un pasillo donde no se veían puertas ni nada», cuenta el suboficial que entró al Alcázar. Para llegar a ese lugar, la ayuda del trabajador del edificio fue fundamental, conocía perfectamente el plano y los secretos del Alcázar, y les dijo: «Detrás de ese panel hay una puerta y aquí hay otra». La información era más que valiosa, salvadora: «Entonces arrancamos a lo bestia la puerta y ahí estaba el foco».
«Hubiera sido problemático si…»
Para extinguir el humo del Alcázar hicieron falta 22 bomberos con ocho camiones. «Ese incendio, con las características que se daban, salió bastante bien», subraya Álvarez. No hubo heridos y los daños materiales no afectaron ni a la Biblioteca de Castilla-La Mancha ni a la parte del Museo del Ejército.
«No hemos visto nada, pero sí hemos apreciado el olor a goma quemada y a quemado», reconocían aquel día Laura de Paz y Marisa Carmena, dos trabajadoras de la limpieza desalojadas del Alcázar. «Menos mal que no ha pasado nada», admitía con alivio José Antonio, trabajador de mantenimiento del edificio.
Si no pasó nada, no hubo heridos ni grandes daños materiales que lamentar, fue gracias al trabajo de un equipo de Bomberos que se puso el mono para luchar contra el humo. Sin embargo, los sucesos como estos ocurren, y lo seguirán haciendo. Por ello, el suboficial de Bomberos de Toledo avisa: «Si un incendio similar ocurre en la Catedral de Toledo, yo me pongo a temblar…».