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viernes, 22 de noviembre de 2024
Milagros Tolón, en el torreón del Puente de Alcántara. Foto: Rebeca Arango.
Milagros Tolón, en el torreón del Puente de Alcántara. Foto: Rebeca Arango.
De la Baja Edad Media - 26 abril 2022 - Toledo

La alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón, y la recién nombrada directora general de la Fundación Montemadrid, Amaya de Miguel, han presentado este martes los resultados del proyecto de restauración del torreón medieval del Puente de Alcántara, uno de los elementos más emblemáticos del sistema de fortificación y defensa de la ciudad de Toledo.

Durante el acto entregaron también los diplomas a los alumnos de la Escuela de Formación y Empleo que ha participado en las obras.


Un nuevo mirador en un entorno de gran riqueza paisajística

Tolón ha destacado que con esta actuación se persiguen varios objetivos. Por una parte, “damos formación a jóvenes para mejorar su empleabilidad, recuperamos patrimonio” en un espacio vinculado a Alfonso X en el año de su VIII Centenario y se añade al catálogo de la ciudad un nuevo foco de atracción turística, descongestionando los itinerarios habituales.

Además, “adecentamos un nuevo mirador en un entorno de gran riqueza paisajística, natural y patrimonial”, ha dicho la alcaldesa, quien ha agradecido la iniciativa de la Fundación Montemadrid y ha recalcado que con este proyecto “unimos el pasado con el futuro de los jóvenes” que han recibido formación para su inserción en el mundo laboral.

Un rastrillo del siglo XII

Por su parte, De Miguel ha destacado que “la datación del rastrillo por carbono 14 que acabamos de recibir supone un hallazgo inesperado” que “lo sitúa como uno de los rastrillos más antiguos de la arquitectura defensiva en el mundo”.

Como ha explicado Gabriel Morate, responsable de Patrimonio de la Fundación Montemadrid, la restauración ha dado lugar a un relevante descubrimiento arqueológico que se ha dado a conocer en este acto: la datación a través del Carbono-14 del rastrillo original de la torre-puerta ha permitido situarlo entre 1156 y 1266, desvelando que se trata de uno de los más antiguos datados fehacientemente en Europa.

El rastrillo, elemento defensivo que aunque ya se conocía en la Antigüedad se populariza en la Baja Edad Media, es una reja que se desliza verticalmente entre hendiduras laterales para poder bloquear rápidamente el pasaje de ingreso a una fortificación.

Pesados tablones de madera y se ha conservado en algo insólito…

Su enorme importancia en este caso no sólo fue defensiva sino estratégica, al confluir en esta torre-puerta los caminos que desde el otro lado del Tajo provenían del este y del sur, así como también fiscal (cobro del impuesto del pontazgo), policial y sanitaria, ya que ayudaba a aislar la ciudad en momentos de epidemias.

Con seguridad, el rastrillo de este torreón es coetáneo a la construcción del torreón, fechada en 1214. Los muy pocos rastrillos que se conservan en la actualidad en el mundo son o bien del siglo XIV o bien reconstrucciones contemporáneas y están realizados con listones de madera de madera de hierro a modo de reja.

El hecho de que este rastrillo esté compuesto por pesados tablones de madera y de que se haya conservado a lo largo de los siglos convierte en más insólito aún el hallazgo. Además, gracias a esta restauración se ha reconstruido su mecanismo de izado en el cuerpo superior de guardia del torreón, permitiendo así que la visita sea más atractiva, didáctica y excepcional.

El Puente de Alcántara de Toledo es uno de los más importantes elementos del complejo y variado sistema de fortificación de la ciudad. Su origen se remonta a época romana, si bien la primera noticia en crónicas históricas data del año 788. No obstante, el puente actual se debe a una reconstrucción en época de Alfonso X acometida tras los estragos que un gran diluvio provocó en 1259.

El redescubrimiento de la buhedera

El torreón occidental, cuya construcción las referencias históricas sitúan en 1214, es un auténtico “hito” visual en la ciudad de Toledo. Se trata de una torre-puerta exteriormente ejecutada con fábrica de sillería granítica, con una altura sobre su nivel de arranque en la ribera que supera en algunos puntos los 30 metros.

Esta intervención ha permitido redescubrir la buhedera practicada en una de las bóvedas y los orificios practicados en las dos bóvedas que probablemente sirvieran para disponer contrapesos que aligeraran las maniobras del rastrillo.

Terminadas estas labores, enteramente realizadas por los alumnos de la Escuela de Formación y Empleo, a partir de ahora dará comienzo una segunda fase de restauración de la mano de especialistas: restauración de bóvedas, analítica y restauración de inscripciones presentes en el conjunto de lápidas con epigrafía para el repincelado de letras y diseño del plan de visita pública, comunicación y difusión.

Todo ello supondrá la puesta en valor de este monumento, proporcionando la contemplación de un elemento de arquitectura militar medieval excepcional, con el añadido de una gran estancia con miradores inéditos sobre el Tajo y la ciudad de Toledo para disfrute de sus visitantes. La visita permitirá llegar desde el nivel del puente hasta el piso primero y a partir de éste, una vez contemplado el rastrillo y su funcionamiento, acceder al terrado con su adarve o andador perimetral.

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