Las cofradías del Viernes Santo desfilaron ayer en la procesión más importante de la Semana Santa de Toledo, la del Santo Entierro, que rememora la pasión y la muerte de Jesucristo y que se adentró en la madrugada del sábado santo con la salida del Cristo de la Buena Muerte.
La primera cofradía en iniciar su estación de penitencia fue la del Santísimo Cristo de la Misericordia y María Santísima de la Caridad, que salió a las 19.30 horas de la parroquia de Santa Leocadia, acompañada por 250 cofrades que llevan hábito, capuz y fajín rojo burdeos ribeteados en negro, guantes rojos y faroles de vara.
Dos imágenes componían esta cofradía: el Cristo de la Misericordia, una talla de la escuela castellana del siglo XVII que representa a un Cristo muerto en la cruz con cuatro clavos, y otra que recrea a la Virgen de la Caridad, de estilo andaluz, que luce corona y puñal dorado, rosario de filigrana dorado y manto, alumbrada por 40 candeleros.
[ze_summary text=»La segunda procesión fue la del Santísimo Cristo de la Fe y Nuestra Señora del Rosario»]La segunda procesión fue la del Santísimo Cristo de la Fe y Nuestra Señora del Rosario[/ze_summary] [ze_gallery_info id=»118065″ ]A la misma hora salió de la Iglesia del Salvador la procesión del Santísimo Cristo de la Fe y Nuestra Señora del Rosario, compuesta por dos imágenes: un cristo en la cruz ataviado con sudario y la virgen, cubierta con un manto de terciopelo granate bordado en oro y adornado con corona y puñal dorado.
A las ocho de la tarde la parroquia mozárabe de las Santas Justa y Rufina fue el punto de partida de las procesiones del Santísimo Cristo del Descendimiento, Nuestra Madre María Inmaculada en su Mayor Angustia y Piedad, Santo Sepulcro, Lignum Crucis y Nuestra Señora de la Soledad.
La primera, la Cofradía del Cristo del Descendimiento
La primera en iniciar su estación de penitencia fue la Cofradía del Santísimo Cristo del Descendimiento, que lucía un grupo escultórico procedente de la escuela castellana del siglo XVII.
El paso recrea la escena del descendimiento de la cruz por parte de Jesús de Arimatea y Nicodemo, que se sitúan en las escaleras colocadas tras las cruz y, mientras que uno desclava la mano izquierda, el otro sujeta, con una tela, el peso del cuerpo de Cristo.
Al pie de la cruz, la madre muestra la corona de espinas y el clavo de la mano derecha de su hijo y toda la escena es observada por San Juan, que porta el sudario, y María Magdalena, que lleva en sus manos una copa de perfume para embalsamar el cuerpo.
El escudo de Toledo bordado en el manto
Seguidamente salió la Hermandad de Nuestra Madre María Inmaculada en su mayor Angustia y Piedad, que en su manto lleva bordado el escudo de la ciudad de Toledo y en su regazo acoge un cristo yacente.
El Santo Sepulcro cruzó las puertas de la iglesia de las santas Justa y Rufina, acompañado por los 200 caballeros del Santo Sepulcro de Toledo, vestidos con mantos en color blanco marfil y la cruz de Jerusalén en rojo sobre el hombro izquierdo y colgando al cuello.
Por último, la Ilustre y Antiquísima Hermandad de Caballeros y Damas Mozárabes de Nuestra Señora de la Esperanza de San Lucas de la Imperial Ciudad de Toledo sacó en procesión bajo palio la reliquia del «Lignum Crucis», una astilla de la cruz de Cristo, que procesionó inmediatamente delante de la Virgen de la Soledad.