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sábado, 31 de agosto de 2024
Artículo de opinión - 16 julio 2024 - Toledo

Hay cosas en la vida, en la sociedad actual, que venden más que otras. Esto sucede con los hechos, con la actitud de las personas ante una realidad, ante un problema, ante una situación. Tengo que confesar que cuando me ha llegado el vídeo de las declaraciones del seleccionador nacional de fútbol, Luis de la Fuente, en una rueda de prensa, ante la pregunta de un periodista acerca de la fe, del ateísmo, el rezo, etc, me ha impactado. Por lo visto -y no me extraña- el vídeo se ha convertido en viral en escaso tiempo.

Fuente manifestó públicamente a un periodista ateo, que reza y que relaciona la fe con Dios y con la esperanza. Que diariamente reza, acude a la Iglesia, etc. Según parece este riojano es devoto de la Virgen de Haro, de su pueblo. Para mí, lo que más me satisface es que habla con una soltura y una naturalidad impresionante de un tema que para muchas personas es tabú. Hablar de sus interioridades y mostrarse tal cual. Además, tiene el valor de que lo pronunció una persona de la vida pública. Un personaje en el que muchos pequeños y mayores se miran en su espejo como conducta.


Creo no exagerar demasiado si digo que, en general, hoy día es más fácil y rentable manifestar que uno es homosexual o cosa parecida a que es religioso, persona de iglesia. Queda como más «progre», más “rojillo” lo primero y tiene más aceptación y comprensión ante los demás. Cuántas veces nos han dicho que la religiosidad, nuestro interior, hay que dejarla encerrada en el armario. ¿Por qué? ¿Simplemente, porque alguien dispensador de títulos y titulillos dijo que aquello no vendía y que esas manifestaciones hay que dejarlas solo para cuando estamos dentro de la iglesia?

Valiente ejemplo

Que los valores religiosos en nuestra sociedad actual han decaído y que la práctica religiosa ha descendido bastante en muchas partes del universo eso es real y tangible. Pero esto no da derecho a nadie a colocar vitolas y etiquetas al vecino. En la misa del domingo pasado en los Carmelitas, que celebraban su fiesta del Carmelo, el celebrante recordó y rezamos por los 400 carmelitas, 16 de Toledo, canonizados que sufrieron los atropellos, persecución y muerte durante la guerra civil. Dato escalofriante. Solo por el hecho de ser religiosos, de tener creencias, de no pensar como otros y cientos de vidas cercenadas, arrancadas de la naturaleza y de sus entornos.

Es obvio que en nuestro país se da íntegramente plena libertad religiosa. Que a nadie se le persigue por sus creencias. Pero no es menos cierto que, a veces, uno percibe que cuando eres persona de iglesia se alejan o te miran como si tuvieras un tufillo o similar. De hecho, tenemos muchos ejemplos de ciertas conductas objeto de burlas por más de una persona o colectivo. Para más inri, bastantes quedan impunes en aras de la dichosa libertad de expresión.

Por eso, me quito el sombrero ante este señor que no solamente en dos años ha conducido a nuestro país a lo más alto del fútbol europeo, sino que ha sabido y ha tenido la valentía de proclamarse hombre de iglesia sin importarle los calificativos que le hayan querido colocar. ¡Cuánta gente ignoraba que ha triunfado también en categorías inferiores!

¿Qué de particular tiene que una persona reciba paz en el interior de una iglesia y que practique el rezo y la meditación? En una palabra, que uno no renuncie a proclamar sus principios y valores y sea agradecido a quien le haya formado. ¿Por qué esto en ciertos sectores de la sociedad no vende e incluso está mal visto? Quizá tengamos que ser más respetuosos y tolerantes con las ideas de los demás.

Carlos Martín-Fuertes.

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