Pasadas las nueve de la noche, el silencio reinaba a las puertas del Monasterio de San Juan de los Reyes de Toledo. Era el turno de disfrutar del Cristo de la Humildad, pero desde el interior del templo solo resonaban las gotas impactando sobre el techo y el fuerte viento.
Tanto fuera como dentro, únicamente murmullos y muchos nervios. Sobre todo entre los cofrades de esta Hermandad que miraba al cielo a la espera que diera un respiro para poder procesionar por las calles de la capital regional.
Un paso monumental al son de la música procesionó por las calles de Toledo
El silencio se rompió de golpe: «Tened claro que vamos a salir y vamos a procesionar. Se esta haciendo un esfuerzo muy grande, lo más fácil sería no salir en una noche como esta. Se va aguantar hasta que se pueda salir», avisaba el Hermano Mayor al resto de penitentes. La Hermandad retrasaba su salida pero confiaba en poder desafiar a la lluvia.
Cuarenta cinco minutos más tarde y tras una tregua del cielo se abrían las puertas ante la mirada de decenas de personas que auguraba su salida con más ganas que nunca. Una de las procesiones más largas de Toledo vencía al miedo y la agrupación musical entonaba el himno español daba la bienvenida al paso del Misterio del Cristo de la Humildad.
Un monumental paso y con un toque más andaluz para lo que se está acostumbrado a ver procesionar por las calles de Toledo. Entre 1.200 y 1.300 kilos, más de dos metros de ancho y cuatro de largo. Más de 55 cargadores en dos cuadrillas diferentes repartirían Humildad entre los toledanos al son de la música.
El viento hacía estragos. Las plumas blancas de uno de los soldados del misterio se desprendían de su casco, pero la Humildad ya estaba en la calle e iba procesionar. En esta ocasión, la Hermandad tenía una emocionante sorpresa preparada a las puertas del Monasterio.
Una sobrecogedora voz se alzaba entre la gente para dedicarle una saeta al Cristo de la Humildad. Una vez más el silencio reinaba roto por la voz del talaverano León Martínez.
Un momento único que marcó el inicio de una noche, donde el cielo se abrió a su paso, para disfrutar de la Humidad por el casco de Toledo.