El sacerdote acusado de haber integrado un grupo criminal dedicado a los robos en viviendas y facilitado robos en casas que él conocía de los pueblos de Albacete donde ejercía como párroco ha dicho en el juicio que se autoinculpó porque la Guardia Civil le presionó física y psicológicamente y le golpeó.
El religioso, Mario O.G., de nacionalidad boliviana y de 38 años, ejerció como párroco en Alatoz, Carcelén, Villavaliente y las pedanías de Las Eras y Casas del Cerro (en Alcalá del Júcar) hasta que fue detenido en el verano de 2012, cuando la Guardia Civil desmanteló el considerado grupo criminal que ahora se está juzgando en la sección Primera de la Audiencia Provincial, con 17 acusados.
El acusado ha rechazado responder a las preguntas del fiscal, como han hecho la mayoría de procesados, preguntas que incluían si cuando confesó los hechos ante la Guardia Civil, el 21 de julio, decía la verdad, cuando habló de que el presunto jefe del grupo le pidió que les contase «costumbres» de los vecinos de los pueblos donde daba misa, o cuando reconoció que «dos veces» consiguió llaves de viviendas de Alatoz y Carcelén y las entregó a otros miembros de la banda.
Mario O.G. ha dicho después a su abogada que declaró todas esas cosas inculpando también a otros por «presión física y psicológica», porque al considerado jefe del grupo lo conocía sólo «de vista» y ha destacado que en los pueblos donde ha oficiado como cura «no ha habido ningún robo» ni tampoco han sufrido robos sus feligreses.
El fiscal también le ha dicho que tras declarar en la Guardia Civil lo hizo en el juzgado, donde Mario O.G. dijo incluso que fue «golpeado» en las dependencias de la Comandancia, pero admitió algunos puntos de la acusación.
Sobre su colaboración para el robo que según la acusación el grupo iba a cometer en la pedanía de Las Eras, donde el sacerdote habría sacado de la casa al dueño del estanco para entretenerlo mientras la banda robaba, Mario O.G. ha negado los hechos y ha dicho que el dueño del estanco era su amigo «y sigue siéndolo».
El fiscal le ha hecho ver escuchas telefónicas donde él habla con otra acusada la noche del robo frustrado en Las Eras, el 8 de julio de 2012, y le dice: «este señor va a salir a cenar, la casa va a quedar vacía».
En otra llamada de esa misma noche, le dice que el dueño del estanco vuelve por sorpresa a la casa y la mujer que habla con él le dice: «voy a avisarles para que aborten».
El religioso ha dicho que apenas conocía a algunas de las personas que se sientan en el banquillo con él y sobre todo las conoce porque ofició la Primera Comunión de la hija de una de las acusadas.
El juicio va a continuar durante esta semana y la siguiente en la Audiencia Provincial de Albacete, si bien ya han finalizado los interrogatorios de los 17 acusados, todos ellos de nacionalidades latinoamericanas, la mayoría de ellos de Paraguay.