«En un plazo de apenas siete meses el precio del petróleo se ha derrumbado. La caída experimentada hasta estos momentos es de casi el 60% para situarse en el umbral de los 50 dólares por barril de Brent, el tipo de referencia en la UE. Este nuevo escenario está cambiando la geoestrategia de los países productores del oro negro y, al mismo tiempo, está cambiando las condiciones y costes de producción en los países importadores del mismo. Esta dinámica, aunque compleja en su implementación, se basa, en lo fundamental, en la política seguida por Arabia Saudi, principal productor de petróleo a nivel mundial, consistente en «sacar» del mercado a aquellos nuevos productores alternativos (fracking, pizarras bituminosas, etc.) y pequeños productores fuera de la OPEP, cuya rentabilidad era interesante con un barril de petróleo en torno a 80$ pero que encuentran serias dificultades para mantener sus explotaciones con un precio de barril como el actual. Así países paises como Noruega, Venezuela o Rusia tendrán un impacto negativo en sus tasas de crecimiento económico que en el caso de Rusia se acumula a los efectos negativos del veto a las exportaciones hacia Europa y Estados Unidos como resultado del conflicto en Ucrania.
Por su parte, los países importadores de petróleo, como es el caso de España que compra en el exterior más del 99% del petróleo y gas que consume, se están beneficiando de esta situación, de manera que esta circunstancia puede suponer un impulso adicional al crecimiento del PIB de 1,1 puntos sobre las previsiones previas recogidas en los escenarios macroeconómicos con los que se prepararon los presupuestos generales del Estado de 2015 y que estimaban un precio del barril de Brent en torno a 104$. España podría llegar a ahorrarse, según estimaciones del Ministerio de Industria, alrededor de 25.000 m€ en la balanza por cuenta corriente en relación a los escenarios ya citados, teniendo en cuenta no sólo el ahorro directo derivado del menor coste del petróleo y gas, sino por el hecho de importar otros productos derivados del petróleo (plásticos y productos químicos, por ejemplo) o con un uso intensivo de energía en su producción, así como las mejoras en la eficiencia energética que se deben generar. Este dato es significativo si consideramos que la demanda externa para España puede resentirse debido al estancamiento de las economías centrales de la UE
Este ahorro en la factura energética debe generar un conjunto de efectos internos muy beneficiosos para la economía española, aunque trataremos de poner en sus justos términos los efectos netos ya que va a afectar a la demanda de países exportadores de petróleo que son potencialmente compradores de nuestros productos y, especialmente de servicios como es el caso de Rusia y el sector turístico español que se ha beneficiado en los últimos años de un aumento en visitantes y en poder de compra de turistas de esta nacionalidad y cuya reducción ya comenzó a observarse en 2014.
En primer lugar, va a suponer un aumento en la renta disponible de los ciudadanos y, en consecuencia, un mayor volumen de recursos susceptibles de ser utilizados en consumo privado. En estos momentos, y tomando como referencia los precios de la gasolina en junio, un litro de gasolina cuesta casi un 20% menos, que se suma a la inyección de liquidez que supone la reforma tributaria que ha entrado en vigor en enero de 2015. No obstante, conviene recordar que, con independencia de otros factores, el alto componente específico de los impuestos sobre gasolinas no ha permitido repercutir la bajada del precio del petróleo en la cuantía que realmente se ha producido en los mercados internacionales.
En segundo lugar, un precio del barril por debajo de 80 $ durante un período relativamente largo permitiría a la industria española reducir sus costes de producción de manera significativa si tenemos en cuenta que España tiene uno de los costes unitarios energéticos más altos de la UE. Esto permitiría incrementar los márgenes comerciales y ganar competitividad precio permitiendo un crecimiento estable y generador de empleo. Además, se trata de una oportunidad sobrevenida para recuperar tejido industrial en España y tender hacia una participación estructural en la generación del PIB nacional próxima al 20% recomendada por la Comisión Europea y, por ahora, lejana al 13% actual. Este efecto va a tener especial relevancia en el sector de automoción e industria auxiliar cuya demanda debe verse potenciada al reducirse los costes de uso de los vehículos a medio plazo. No olvidemos que España es muy competitiva en este sector y que ocupa el décimo puesto en la fabricación de vehículos a nivel mundial.
En todo caso, puede haber algunas empresas que puede verse perjudicadas como son aquellas que actúan en sectores fuertemente competitivos y que se verán impulsadas a trasladar esta reducción de costes a los precios sin poder reconstruir sus márgenes comerciales, y especialmente si están endeudadas ya que su ratio de apalancamiento podría incrementarse al caer los ingresos.
En tercer lugar, el turismo se verá fuertemente beneficiado. España es uno de los principales destinos turísticos mundiales y ya se observan los fuertes descuentos que algunas líneas aéreas están ofreciendo tanto en sus vuelos como en los paquetes vacacionales. No obstante, ya hemos señalado que el turismo procedente de países exportadores de petróleo podría resentirse y tener incidencia relevante en sectores concretos como son los alojamientos y comercios de lujo.
Sin embargo, también existen potenciales perdedores en esta dinámica. Las empresas petroleras van a sufrir daño en sus cuentas de explotación cuando el precio del petróleo se reduce aunque todo ello dependerá de la elasticidad precio-demanda de estos productos y de los umbrales de rentabilidad entre precio y coste de la extracción en campos de explotación marginales. Esto puede producir que determinados proyectos, que con un precio en torno a 100$ podrían ser rentables, dejen de serlo con precios inferiores, aparcando proyectos como es el caso de las prospecciones en Canarias o la explotación de Vaca Muerta en Argentina. La Agencia Internacional de la Energía ha calculado que extraer petróleo de aguas profundas deja de ser rentable por debajo de 60$/barril. Asimismo, muchas inversiones energéticas sustitutivas del petróleo podrían dejar de ser rentables a precios tan reducidos. Es el caso de las renovables en todas sus facetas que ya no cuentan con las subvenciones de apoyo o las técnicas de fracturación hidráulica (fracking) para extraer gas natural. Algunos analistas señalan que sería necesario un precio de 55$ para mantener en rentabilidad la actual producción de fracking a nivel mundial».
Juan José Rubio Guerrero, catedrático de Hacienda Pública de la Universidad de Castilla-La Mancha