Un reducido grupo de víctimas del terrorismo se ha congregado en Toledo y han leído un manifiesto en el que destacan que la lucha contra el terrorismo es un camino «lleno de obstáculos» y avisan de que no aceptarán impunidad ni con los atentados del 11-M ni con un «supuesto» final de ETA. Víctimas del terrorismo llegadas de varios puntos de las provincias de Toledo y Ciudad Real -alrededor de una veintena- se han concentrado a mediodía en la plaza del Ayuntamiento, frente a la Catedral, junto a una pancarta alusiva a la memoria de las víctimas y han guardado un minuto de silencio.
El delegado de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), Pedro Sánchez, ha leído el manifiesto del día europeo de las víctimas del terrorismo, designado cada 11 de marzo tras los atentados de Madrid de 2004.
Para la AVT, la jornada es «para alzar la voz y sentir todo el cariño de la sociedad», aunque este colectivo asegura: «no todos lo entienden así y pretenden aprovecharse del recuerdo y la memoria de las víctimas para dar más publicidad a sus proclamas y sus ideas políticas».
Las víctimas del terrorismo consideran que el día de hoy es «una fecha para el recuerdo» y han reclamado memoria, dignidad y justicia al tiempo que han advertido de que no aceptarán «ningún grado de impunidad» ni con los atentados del 11-M ni con un «supuesto» final de ETA.
«Un final impune en el que no se conozca toda la verdad y no se rescate la memoria y la dignidad de las víctimas sería un fraude, una trampa, una mentira», ha leído Pedro Sánchez.
Para las víctimas, «justicia es que los terroristas cumplan íntegramente sus condenas y que no se les reduzca la estancia en prisión a hurtadillas», pero también es «justicia» que los planes de los terroristas «no tengan voz en las instituciones» y rechazar cualquier proceso de negociación que suponga pagar «un precio político a los asesinos».
A esta concentración han acudido, entre otros, la madre y la hermana de José Ángel de Jesús Encinas, el guardia civil de Talavera de la Reina (Toledo) asesinado por ETA en Sállent de Gállego (Huesca) en agosto del año 2000.
Pero también han acudido víctimas de otros municipios como El Carpio de Tajo y Yuncos, en la provincia de Toledo, y Ciudad Real.