Lara Fernández, 23 años, nacida en Cebolla (Toledo), reciente campeona mundial de K-1 (deporte de combate de origen japonés), famosa ya por salir en la tele, atiende a encastillalamancha.es entre hueco y hueco que le deja su trabajo de 8 horas diarias en una gasolinera entre Coria del Río (Sevilla), donde vive, y Gelves.
Su padre es natural de Cebolla y su madre, dominicana, y luce toda la simpatía del mundo por teléfono. Está muy reciente su gloria del Mundial ganado en Bélgica, sigue inestablemente instalada aún en esa gloria, pero, madura a sus 23 años, teme que la pompa instantánea se disuelva muy pronto en detrimento de su mayor anhelo ahora: encontrar un patrocinador.
Porque lo que tiene ahora, publicitariamente hablando, apenas le da para material deportivo y, haciendo rápidas cuentas, unos 25 euros mensuales. Y claro con eso… Empadronada en Andalucía, adonde se fue a vivir con 17 años junto a su pareja (un militar sevillano, exluchador), admite que desconoce si puede recurrir a algún tipo de beca oficial.
El Ayuntamiento, por la labor
Al respecto, en el Ayuntamiento de su pueblo están dispuestos a hablar con ella para ayudarla de la mejor manera que pueda.
Lara empezó en esto de las artes marciales, igual que tantos otros deportistas de élite, de forma casual. «Cuando tenía 14 años acudí con mi hermano a una competición de Muay Thai (también conocido como boxeo thailandés), me gustó, me picó el gusanillo y…», relata. Empezó a competir a los 15 años y en pocos años ha llegado a los más alto.
«No sabía que podía llegar tan alto. No me lo creo. Pero me lo merezco ya que detrás hay mucho trabajo», añade Lara, quien no se entrena menos de tres o cuatro horas diarias, un trabajo meramente físico y también técnico.
Un historial… interesante
Esta joven cebollana, cuya familia vive en dicha localidad toledana (sus padres y su hermano, y su primo es teniente de alcalde), reúne ya, tan joven, un historial interesante: campeona mundial de K-1, dos bronces mundiales de K-1, campeona mundial amateur de K-1, campeona de Europa de «full contact» (un deporte de combate similar al boxeo y otras artes marciales), campeona de España de muay thai y dos veces campeona de Sevilla de K-1.
Es tan alegre que no parece que se queja cuando se lamenta de que, en un reciente reportaje televisivo que le han hecho, se han confundido varias veces con la modalidad en que ganó el Mundial: «¡Les dije que era K-1, no muay-thai, pero se equivocaron todas las veces!».
Lara Fernández no para de ser amable, sonreír y reír, mientras anhela que tan brillante y joven currículum le sirva para financiarse su pasión, esa que le ha llevado al estrellato mediático, que, por efímero, no le sirve para respirar tranquila aún si quiere seguir compitiendo en las referidas disciplinas de contacto. Ya tiene fijado un combate en China el próximo mes de enero. A Bélgica fue con un luchador y entrenador almeriense, ya que su propio preparador, delegado de ISKA en España, tenía un compromiso que le impidió asistir.
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Por eso busca patrocinador. Para seguir ganando y paseando el nombre de Cebolla por el mundo sin penurias. Con autosuficiencia. La que se merece una campeona semejante. Que apaga el móvil -seguro- colgada de una sonrisa de la que a su vez penden ya varias medallas internacionales. Pues eso.