La existencia de cuatro cuadros hasta ahora no conocidos del Greco queda constatada en el Archivo del Convento de las Concepcionistas Franciscanas de La Puebla de Montalbán (Toledo), según ha revelado a Efe su responsable, el jurista e historiador José Colino Martínez, que investiga el tema desde hace 10 años.
Dichas obras figuran en el inventario de los bienes del sacerdote, miembro del Consejo de su Majestad y presidente de la Inquisición en Castilla, Pedro Pacheco (1595-1662), que está depositado en el citado Archivo de La Puebla de Montalbán, de donde él era natural.
De los cuatro ‘grecos’ -tres llevan la firma del pintor cretense y el otro se le ‘atribuye’- descubiertos por Colino tras casi diez años de investigación, está documentado que todos fueron vendidos.
El primero de ellos, que figura en el inventario de Pedro Pacheco como «Un pays de la ciudad de Toledo», se vendió en 55 reales a Juan González en almoneda (subasta pública), el 17 de agosto de 1662, el mismo año de la muerte del inquisidor.
En opinión de Colino, lo que refleja este lienzo «parece efectivamente un paisaje de Toledo pero no se corresponde con el cuadro Vista y plano de Toledo», que estos días se exhibe en el Museo de Santa Cruz de Toledo, en la gran exposición «El griego de Toledo», con motivo del IV centenario del fallecimiento del pintor.
Los otros dos cuadros firmados por el Greco que figuran en el inventario, dos retratos pequeños uno de un sacerdote y otro de un fraile jerónimo, se vendieron cada uno de ellos 1.122 maraveríes el 4 de diciembre de 1663, aunque no figura quién los compró.
La cuarta obra atribuida al Greco es un «Santo Domingo con un Santo Cristo en la mano» y se vendió en 30 ducados el 10 de septiembre de 1662 a Juan de Villarroel.
El responsable del Archivo del Convento de las Franciscanas de La Puebla y miembro de la Cofradía Internacional de Investigadores de Toledo, además de militar, comenta que, en su larga investigación, le han llamado la atención algunos datos verdaderamente anecdóticos.
Uno de ellos es el hecho de que Pedro Pacheco dejara escrito en su testamento que, con el dinero que dejaba, debía atenderse a la sacristía y comprarse los libros importantes nuevos que fueran saliendo, «aún a costa del alimento de los frailes y las monjas».
También dejó ordenado: «A María (Girón), la negra, mi esclava, la dejo en libertad y mando que se le den veinte ducados».
Pedro Pacheco dejó un importante legado a su pueblo: una espléndida biblioteca y veintidós cuadros, doce de ellos pertenecientes a Rivera, que donó expresamente en su testamento a los frailes franciscanos de La Puebla.
Paradójicamente, hoy en día no se tiene conocimiento ni del paradero de la biblioteca ni de los cuadros, según Colino.