Alfonso X accedió al trono en 1252, cuando ya tenía 31 años. Entonces la Iglesia y la nobleza tenían un gran poder, algo con lo que el nuevo rey quiso terminar. Para conseguirlo puso en marcha un programa muy ambicioso e innovador que quedó recogido en algunas obras de carácter jurídico que se elaboraron bajo sus auspicios, basadas en un soporte doctrinario muy elaborado y que son un reflejo del poder omnímodo que él pretendía instaurar.
Era un rey que quería ser «moderno» en una sociedad feudal, cuyos sectores poderosos reaccionaron y no le permitieron poner en práctica las ideas que pretendía. Tampoco le ayudaron una serie de circunstancias excepcionales e imprevistas que sucedieron durante su reinado. A ello también se sumó la crisis económica que entonces se padeció y que no contribuyó a que sus objetivos políticos se alcanzasen. Pero no por ello sus ideas cayeron en el olvido, pues tiempo después otros sucesores las retomaron y terminaron por imponerlas, dando origen al establecimiento del llamado «Estado moderno», del cual Alfonso X fue un precursor.
Alfonso X y Toledo
Es posible conocer las estancias de Alfonso X en Toledo gracias a los documentos expedidos por la cancillería real durante su reinado. Se puede comprobar cómo durante aquel tiempo el rey estuvo en su ciudad natal en unas 10 ocasiones, aunque no siempre en estancias prolongadas. Aquí celebró Cortes en 1254 y 1259. Aquí desarrolló gran parte de su producción científica, especialmente en el campo de la astronomía/astrología. Alfonso X procuró beneficiar a sectores sociales de la ciudad mediante la concesión de privilegios, así como a la catedral y a otros establecimientos religiosos, en especial al monasterio de San Clemente.
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Imagen real y propaganda política
A diferencia de otros reyes medievales de los que no se conserva ninguna imagen contemporánea, son muchas las representaciones de Alfonso X que nos han llegado, aunque no se trate de auténticos retratos. En muchas de ellas el rey aparece entronizado, revestido con los atributos propios de la realeza, flanqueado por diversos personajes, bajo una arquería gótica. Estas miniaturas son las que más han contribuido a generar una representación icónica de la figura del rey. Eran parte de un proceso de comunicación y actuaban como vehículo de expresión ideológica, por lo que se convertían en elemento de propaganda política.
Actividad conquistadora y repobladora
Alfonso X conquistó las zonas de Huelva y Cádiz y el reino de Murcia. Dirigió la nueva población y organización de la mitad sur de Castilla y así renacieron cientos de pueblos y muchas ciudades, como Úbeda, Baeza, Jaén, Córdoba, Écija, Carmona, Sevilla, Jerez, Cádiz, Murcia, Lorca, Cartagena, Trujillo, Cáceres, Badajoz, Almagro, Consuegra, Montiel y Ciudad Real.
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Intervino también en las tierras del norte, desde Galicia hasta Guipúzcoa, fundando muchas villas y pueblas (‘polas’) dotadas de fuero y mercado que mejoraban la situación de los que se avecindaban en ellas.
La administración regia y las Cortes
El rey Sabio fue el primer gran constructor del Estado monárquico por su clara concepción teórica de la ‘Res publica’, del poder político regio y de su primacía jurídica, así como por los cambios que realizó en las instituciones y por la reorganización de sus relaciones con los obispos, los grandes nobles y los municipios de realengo. Alfonso X remodeló su Casa y Corte con grandes oficiales al frente. Creó nuevos cargos territoriales y estableció nuevos impuestos que multiplicaron los ingresos de la Hacienda. A lo largo de su reinado convocó en varias ocasiones cortes y ayuntamientos, especialmente para recabar ayudas económicas.
La política económica
El rey Sabio reorganizó el territorio sujeto a su mando, que había pasado entre 1225 y 1265 de 235.000 a 355.000 kilómetros cuadrados, al mejorar las comunicaciones entre sus regiones y espacios económicos. Trazó una red de caminos norte-sur, para favorecer la trashumancia de ganados, suprimió portazgos y otros impuestos sobre el tránsito de mercancías y fundó muchas nuevas ferias y mercados. Además, delimitó las fronteras políticas y aduaneras con otros reinos y fue el primero en acuñar grandes cantidades de moneda de cobre o vellón para facilitar las transacciones comerciales y el pago de impuestos».