El pintor Antonio López defendió ayer en Ávila la existencia de los talleres que se celebran en paralelo a la enseñanza reglada como «una bocanada de aire limpio», teniendo en cuenta «cómo están las cosas en la enseñanza de las Bellas Artes», dijo.
López asistió junto a su mujer, María Moreno, a la inauguración de la exposición «Alumnos talleres Cátedra Francisco de Goya y sus maestros», que incluye 60 obras realizadas por 12 maestros y 21 alumnos que participaron en el curso impartido en 2013 dentro de la Cátedra «Francisco de Goya».
El pintor manchego, en declaraciones a los periodistas, se felicitó por este tipo de iniciativas que «están proliferando por todas partes» y que en su opinión demuestran la «generosidad» de los alumnos y de los organizadores, que ceden sus espacios a este tipo de actividades.
En este caso, se refería a la Fundación Caja de Ávila, colaboradora y patrocinadora de la octava edición de esta Cátedra organizada por la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid.
En este contexto, el presidente de la Fundación, Pablo Luis Gómez, confirmó la celebración en próximas ediciones de esta cita con el arte, después de que desde el pasado mes de febrero se hayan «disipado todos los miedos», de manera que «la Fundación está salvada».
Tras la confirmación de su continuidad, López mostró su alegría y dijo que le parece «verdaderamente precioso», porque aseguró creer «mucho en los talleres».
«Tal y como están las cosas, tal y como está la enseñanza de las Bellas Artes, esto es una bocanada de aire limpio y está muy bien», argumentó el pintor, después de rechazar entre bromas las palabras del escultor Julio López, al hablar durante la presentación de la muestra de la unión de «dos espíritus hermanos», en referencia a «los jóvenes y los viejos».
«Lo de la vejez, para nada, ahí Julio se ha pasado un poco», dijo Antonio López, quien prefirió hablar de «dos generaciones muy generosas de espacio, pero dos generaciones de pintores, que ya es bastante», porque dentro de cada generación hay «diferencias de carácter, de sensibilidad, que se acusa en la realización de la obra».
Además, a estas circunstancias, López añadió otras cuestiones que «cada generación ha vivido en su infancia», poniendo como ejemplo su caso y el de otros compañeros de generación a los que se ha referido como «hijos de la guerra», de ahí que en su opinión se note en la realización de «una obra más sombría y seria».