Antonio López ha comenzado el año con una emoción especial, una escultura renovadora en su espacio estético. La obra avanza junto con otras varias. «Es mi forma de trabajar», recuerda en una entrevista concedida a Efe, en la que afirma que «el arte no está para salvar el mundo».
«El arte es testimonio de lo que el mundo es, tampoco está para salvar el mundo. Alerta al hombre de por dónde van las cosas. Este es un mundo sin esperanza. Cuando el dinero es lo prioritario y ha caído todo lo demás, el hombre se ha quedado a la deriva», dice el pintor y escultor, uno de los dos artistas españoles vivos más cotizados en el mercado internacional del arte.
En pintura, un paisaje urbano de Sevilla y uno de Bilbao, son otros de los proyectos inmediatos que tiene, junto con la finalización del retrato de la familia real iniciado hace 17 años.
Después del verano retomó el retrato de los reyes y sus hijos y van dos o tres días a pintar al Palacio Real. «Lo pienso llevar así -dice- que vaya elaborándose al tiempo que otras cosas que quiero hacer. Yo trabajo así. En este caso ha sido extrema la tardanza, pero no me va importar. El sentido de este retrato es conseguir una obra buena».
El pasado año, Antonio López (Tomelloso, 1936) trabajó en una veintena de obras. Hace tiempo que quería hacer la nueva escultura que va surgiendo de sus manos y de su mirada, directa y llena de energía, en la sala de modelados de la Facultad de Bellas Artes de Madrid, en donde ha recibido a Efe.
Convertido hoy en un mito, el artista de mayor éxito también entre la gente de la calle, que le rodea cuando sale a pintar sus paisajes urbanos, la Gran Vía o la Puerta del Sol, es un virtuoso del arte y una persona cercana que ha logrado el triunfo de la nueva figuración o realismo trascendente frente al imperio inicial de la abstracción de la generación de la vanguardia de 1950 y el Grupo El Paso.
El pintor resistió ante el informalismo de los vanguardistas abstractos junto con el resto del grupo de los artistas realistas,con los que entabló amistad de por vida en la Escuela de Bellas Artes, entre ellos el escultor Julio López Hernández.
Un artista abstracto compartió también esta amistad, Lucio Muñoz, que debió de ver ya entonces lo que hoy está aceptado por muchos: que la mirada de Antonio López tiene mucho de abstracta.
Trabaja con una minuciosidad enorme, en un proceso lento en el que la obra se va haciendo, y en el que lo único que le importa es de verdad que quede bien. Para modificar la distancia entre los personajes, como en el cuadro de los reyes y sus hijos, o cualquier pequeño detalle, es capaz de rehacer la obra, como quedó reflejado en la película de Víctor Erice «El sol del membrillo».
¿Qué nos puede decir de esta nueva escultura?
Es una escultura de mi casa, como una maqueta arquitectónica, pero desde el lenguaje de la escultura, con varias plantas, en las que incorporo elementos que simbolizan esas cosas hondas y profundas que tanto nos interesan y que van a contar lo que puede ser mi vida. No voy a decir que es la vida de los demás, pero no nos diferenciamos tanto. Cuando estuve no hace mucho en Japón comprobé que hay diferencias, pero cómo nacemos, morimos o comemos nos iguala mucho a todos en algo muy esencial.
¿Qué es lo esencial en el arte?
A mí, particularmente, del trabajo hecho por un artista me gusta la verdad, más Velázquez que Murillo, que dice menos. La verdad tiene una grandeza que si la obra está hecha por una persona que no quiere asustar y el artista es bueno, ofrece tal riqueza, que el hombre lo aprecia. El Quijote puede tener cosas que no son agradables, pero es maravilloso que alguien haya trabajado con esa minuciosidad. ¿Por qué tanta seducción? Por la verdad. Lo que no me gusta es lo tramposo, la impostura.
¿Sabemos qué es hoy arte?
El arte de ahora es espejo del mundo contemporáneo y en ese deseo de reflejar la esencia de nuestro mundo, ha dejado de ser agradable para todos, ¿a quién le resulta agradable ver cómo una cuchilla corta un ojo como muestra Buñuel? El arte hoy está hecho desde la arrogancia del conocimiento, se han creado dos formas de arte, el de las élites y el de la gente. Velázquez es muy difícil, pero él lo pone fácil, ver que hay un Papa lo entiende cualquiera. Ahora, si no sabes, no puedes participar de una forma positiva desde el conocimiento.
Hoy prima la capacidad de sorprender, el espectáculo, el mercado…
En nuestra época a los artistas nos han dicho que tenemos que ahondar en nuestro mundo y salen esas cosas, pero no es un arte solidario. El cine y la literatura siguen teniendo un lenguaje comprensible. Pero eso no ha pasado con la pintura y la escultura, ni con la música. Hay gente que queda fuera del lenguaje de la época.
¿El tiburón en formol es arte?
El tiburón en formol y la cabeza con diamantes me parece que hablan del hombre sin ninguna esperanza. Pero creo que algunos de estos artistas son valientes y los respeto. Lo que no vale son las cosas que no tienen ninguna forma de inteligencia, hechas para sacar dinero. Lo inútil es lo vulgar, hecho exclusivamente para gustar, en el cine, la literatura y en pintura, es de pena, todo lo que persigue solo ser llamativo.
Ha dicho recientemente que será la ciencia, no el arte, la que podrá salvar al hombre.
El futuro tendrá que ver con el destino del hombre en la tierra y no creo que la búsqueda de la verdad y la belleza sirvan para salvar al hombre. Ahora no vamos a buscar un Dios nuevo, tendríamos que crear algo positivo, salvarnos desde el respeto a la naturaleza, apreciar de nuevo las cosas más modestas. No podemos ir arrollando y acabar con todo. Si alguien nos salva será el hombre de ciencia. Cuando los ricos y poderosos estén asustados de donde están y corran riesgo y no puedan soportar el espacio común, habrá unas personas que nos podrán salvar.