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Miles de toledanos, y miles de no toledanos, se dedicaron el sábado por la noche a «pasear y a oír» por las calles del casco histórico de Toledo. Única y exclusivamente para escuchar el incesante repiqueteo de campanas que servían como acto de inauguración del IV centenario del fallecimiento del Greco y que puso en práctica Llorenç Barber, el compositor valenciano que lleva dando «campanadas» por aquí y por allí desde 1988.
La magia de los sonidos que llegan desde el cielo, había dicho días antes a encastillalamancha.es. Y, efectivamente, del cielo llegaron, de las torres de 17 iglesias y acompañado por otros 70 músicos voluntarios. Él lo había definido como «un gran concierto porque Toledo es una ciudad infinita, comparable con Venecia tanto en la cantidad de campanas como en el espacio en el que se distribuyen».
Porque las campanas de Toledo nunca habían sonado como lo hicieron el sábado por la noche, a pesar de que hubiera otro concierto a campanazos durante el Corpus de hace dos años y medio. Coordinación y sincronización. Por eso todos los músicos se subieron a los diferentes campanarios, cronómetro en mano, y con la partitura seguían unas estrictas pautas de tiempo.
Y al «oyente» los sonidos le llegaban por aquí, por allí y por el más allá. Y El Greco, más arriba todavía, esbozaba una sonrisa…
No quisieron perderse el espectáculo el presidente de la Fundación El Greco 2014, Gregorio Marañón; el delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha, Jesús Labrador; el consejero de Educación, Cultura y Deporte, Marcial Marín; el alcalde de Toledo, Emiliano García-Page; el deán de la Catedral, Juan Sánchez; el delegado de la Junta en Toledo, Fernando Jou; la portavoz del PP en el Ayuntamiento de Toledo, Claudia Alonso; o concejales de la capital regional como Rafael Perezagua, Ana Isabel Fernández o Fernando Sanz.