El yacimiento de Alarcos vuelve a ser noticia. Investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) han descubierto 25 tumbas de guerreros aristócratas íberos, entre ellas la de un príncipe, tal y como informa hoy el diario El País.
Las tumbas de esta necrópolis íbera se encuentran a los pies del cerro que preside el castillo medieval de Alarcos, un lugar con una importancia fundamental en la Reconquista y donde el rey castellano Alfonso VIII sufrió una dura derrota contra las tropas musulmanas de Abu Yaqub al-Mansur, en la ‘Batalla de Alarcos’.
Pero cerca de quince siglos antes, en el III antes de Cristo, los íberos ya poblaban esta zona que después pasaría a ser considerada villa real por Alfonso X ‘El Sabio’ y que posteriormente se llamaría Ciudad Real.
El príncipe cuya tumba ha sido halla vivió en el periodo en el que los pueblos prerromanos de la península dieron muerte al general cartaginés Amílcar Barca, padre de uno de los considerados como mejores estrategas militares de la historia, Aníbal Barca.
En la información firmada por Vicente G. Olaya, se especula con que este príncipe, por la época histórica en la que vivió, pudo ser uno de los aristócratas íberos que se reunieron para luchar junto con el rey oretano (íbero) Orisón en el sitio de Amílcar sobre Heliké, zona donde darían muerte al general cartaginés.
A los pies del castillo medieval que preside el cerro de Alarcos, en Poblete (Ciudad Real), los arqueólogos María del Rosario García Huerta, Francisco Javier Morales Hervás y David Rodríguez González han hallado estas tumbas, tal y como detallan en su investigación publicada en 2018 y de la que hoy se hace eco El País.
«Es muy tentador imaginar que estuvieran con el cartaginés o quizá lucharon al lado del rey oretano Orisón en Heliké, ciudad sitiada por Amílcar a la que acudieron diversos contingentes de oretanos para liberarla de los cartagineses. Pero no debe ser casualidad que la mayoría de las tumbas más ricas de la necrópolis de Alarcos y adscritas a aristocracias guerras sean precisamente de este período y posteriores», detalla David Rodríguez a ese medio.
Dos tumbas corresponden a guerreras íberas, que fueron enterradas junto a sus riquezas. Orfebrerías de lujo, armamento… Sus tumbas rebosan de elementos que destacan la riqueza y la importancia que tuvieron, como en otro de estos sepulcros donde se hallaron 453 tabas de cordero, para lo que habría que haber sacrificado a 222 animales.
Y es que en estas excavaciones, a pesar de los expolios, se han encontrado 327 objetos, de los que el 9 por 100 se fabricaron en oro, detalla El País. La tumba que pudo ser de un príncipe esta construída con grandes bloques de piedra bien tallados, aunque estaba saqueada.
Los descubrimientos de Alarcos contribuyen a conocer más sobre los ritos mortuorios de los pueblos íberos que habitaron la península antes de la conquista de los romanos. En una de las tumbas no había cuerpo porque el guerrero habría muerto lejos de la villa, pero todo su ajuar fue depositado en el lugar donde debían descansar sus restos.
En todas estas tumbas hay unas significativas diferencias con las de otros yacimientos íberos en la Península. Allí casi no se han encontrado tumbas de gente más humilde y la mayoría de ellas pertenecen «a un elevado estatus incluso comparadas con otras de su mismo ámbito cultural», lo que pone en dimensión de la importancia de esta necrópolis íbera en Ciudad Real.