«El más fabuloso tesoro visigodo» -procedente de Guadamur (Toledo)- se expone desde el 26 de octubre en la ciudad belga de Tournai, hermanada con la localidad toledana.
Esta muestra sobre el tesoro de Guarrazar -que se prolongará hasta el 31 de enero de 2019 y que está siendo promocionada en puntos turísticos, hoteles y pantallas electrónicas- se realiza al amparo del partenariado de los ayuntamientos de Tournai y Guadamur, la association A L’aube d’europe: Francs et wisigoths, el Centro de Interpretación de Guarrazar, el Museo Arqueológico de Tournai y la Societte turnaisienne de geologia, archeologie et prehistoire.
Al acto de inauguración acudieron la alcaldesa de Guadamur, Sagrario Gutiérrez, y numerosas autoridades belgas.
Los orfebres toledanos de hace 1.500 años realizaron una obra para simbolizar la unión entre la religión y la monarquía visigoda, que reinó en la península desde el siglo V hasta el VIII. El tesoro de Guarrazar, como así se conoce a este conjunto de piezas, fue encontrado a mediados del siglo XIX en la localidad toledana de Guadamur.
Diversas coronas de oro, engastadas con zafiros, perlas y otras piedras preciosas pulidas, que se denominan cabujones, forman parte de este conjunto de reliquias que, pese a ser descubierto en Toledo y fabricado por toledanos, se encuentra repartido por Madrid y París.
Una réplica de esta joya, junto con otras, se pueden visitar en la localidad donde fueron encontradas, Guadamur. Allí se ha creado un centro de interpretación para explicar y mostrar cómo era la residencia de verano de los reyes visigodos que dirigían su reino desde Toledo. Además, se puede ver el yacimiento arqueológico donde se encontraron y las ruinas de la residencia.
Un tesoro encontrado de casualidad y vendido a los franceses
Un matrimonio y un hortelano, vecinos de Guadamur, encontraron el tesoro visigodo enterrado entre lo que hoy son las ruinas del yacimiento arqueológico. Ambos vendieron piezas de forma clandestina y finalmente Francisco Morales, uno de los descubridores, entregó lo que quedaba a la Casa del Diamantista de Toledo, quien tampoco puso mucho empeño en que la obra se quedara en casa y la vendió al Gobierno francés. Estos la expusieron en el Museo Nacional de la Edad Media de París.
En 1941, en un intercambio entre España y Francia, seis de las nueve coronas que había en París regresaron a España, entre ellas la de Recesvinto. Las otras tres se exponen en el Musée Cluny de París. La seis que están en España se encuentran en el Museo Arqueológico Nacional, aunque parte de la colección, como algunas cruces se encuentran en la Armería del Palacio Real de Madrid.