Unamuno, Neruda, García Lorca, García Márquez, Rafael Alberti, Benedetti, Vargas Llosa, Borges, Horacio Quiroga… Libros de todos estos autores han pasado por sus manos para traducir palabras, historias y reflexiones a la lengua árabe. Es Saleh Almani, sin duda, el traductor más importante del castellano al árabe con un total de 104 obras y que desde hace un mes reside en Toledo, a donde ha llegado después de huir del lugar que le ha visto nacer y crecer, Siria, y cuya guerra ha convertido al país en lo que nunca imaginó.
Hace tan solo cuatro días envió a la editorial de Catar para la que trabaja su último encargo, la traducción de «Los juegos de la edad tardía» del novelista español Luis Landero. Hace tres años que fichó por esta firma fundada por la escritora y feminista Virginia Woolf que -apunta- respeta los derechos de autor, algo que no es todavía habitual en el ámbito en el que se mueve. «Esto ocurría en España en los años 70» y, en este sentido, «todavía nos queda camino por recorrer».
Ahora le han pedido que realice un informe para traducir «En ausencia de Blanca», de Antonio Muñoz Molina, libro que puede convertirse en su 105 trabajo después de que no llegase a un acuerdo con el representante de Arturo Pérez-Reverte para hacer lo propio con «El capitán Alatriste».
Este sirio de origen palestino sabe tratar con los grandes de la literatura y sabe de las complicaciones que entrañan obras de autores como Unamuno, tanto por su estilo como por los años que le separan del escritor y filósofo bilbaíno.
Se considera un gran aficionado a la literatura tanto hispanoamericana como española, tanto es así que lee más en este idioma que en el suyo, sobre todo, títulos modernos.
Explica que en los países de habla árabe tienen éxito grandes de Latinoamerica como García Márquez y Vargas Llosa, no en vano algunas de sus obras -traducidas por Almani- han llegado a vender más de 50.000 ejemplares.
La relación con España se remonta a su etapa de estudiante de Medicina en Zaragoza a finales de los años 60 y principios de los 70. «En aquel tiempo muchos jóvenes veníamos a este país para convertirnos en doctores». Tras los estudios -añade- muchos se quedaron y otros como él dieron un giro a su vida pues pronto vio que aquello no era lo suyo. Después de pasar tres años en Zaragoza se marchó a Barcelona, donde conoció a poetas, escritores, pintores… empapándose de la cultura española.
De vuelta a Damasco el periodismo le llamó y comenzó a escribir para prensa. El salto a la traducción lo dio con «El coronel no tiene quien le escriba», del colombiano García Márquez, y de la mano del éxito que tuvo en Líbano, con una gran acogida tanto por la obra en sí como por la traducción. Señala Almani que «casi me hice famoso». A partir de entonces llovieron otros encargos hasta que finalmente dejó su puesto en una agencia de noticias para dedicarse íntegramente a ser este puente de unión entre el mundo hispanohablante y el árabe.
Almani ha tomado la estela de otros traductores sirios y palestinos que destacan por su calidad. Ya sea por el carácter purista de su lengua o por razones que no atina a precisar, detalla que están considerados los mejores. Actualmente se plantea escribir un libro sobre traducción para que su experiencia sirva a los que están por venir.
«LO QUE ESTÁ OCURRIENDO EN SIRIA NO ES UNA REVOLUCIÓN, ES UNA MASACRE»
El 17 de noviembre de 2012 Saleh Almani se marchó de su casa en Damasco con su familia y con tres libros bajo el brazo. Se encontraba en una de la zonas más calientes del conflicto sirio, cercada por el ejército y rodeada de francotiradores. La crueldad y las armas le han impedido regresar; ahora sabe que su casa fue destruida por los bombardeos.
En Toledo, a miles de kilómetros de Siria, intenta expresar lo que siente: «nunca pensé que iba a ocurrir lo que está pasando en un país que es origen del primer alfabeto y cuna de civilizaciones». «No es una revolución, es una masacre», sentencia.
Considera que la solución de esta guerra es muy complicada ya que «no es solo una cuestión siria, sino internacional; Europa debe hacer algo». Relata que hasta allí han llegado personas de otros países, también de la Unión Europea, a los que se les ha dado un arma y se han convertido en «asesinos profesionales». «Son gente que tienen pasaporte de la Unión Europea y que luego, si regresan, puedar crear aquí muchos problemas».
A Toledo vino con su esposa e hijo -estudiante de la Escuela de Traductores- hace casi un mes, una ciudad en la que aún se pierde por sus plazas y rincones y que, para bien o para mal, le recuerda al entramado de calles e historia de Damasco.