Les recuerdan porque se colaban, sin pedir permiso, en las casas de los españoles con la «Gala del Sábado». Genios del humor. No hacía falta más calificativo que ese, pero es que fueron de los más grandes. Tip y Coll. Y viceversa, claro.
Bien, pues mañana 6 de marzo de 2013 se cumplen seis años desde que el conquense José Luis Coll «se fuera». Nos dejó su legado en videos, como el que pueden ver justo al lado de estas líneas, pero un paro cardíaco cuando tenía 75 años…
Aunque entre Coll y Coll… Pues Mario, uno de sus hijos y autor del «DiccioMario» (pinche aquí y podrá leer la Entrevista Irreverente que le hicimos hace algunas semanas), un libro hecho con ingenio y humor que ha entrado como un «cañón» en el mercado literario y que mereció incluso el halago del mismísimo Raúl del Pozo en su columna de El Mundo, «El ruido de la calle».
Pero volvamos al padre. Y con los recuerdos que Mario tiene de él. «Mi padre estaba obsesionado con ser una persona conocida». Todo un personaje José Luis Coll. Le gustaba tocar el piano e incluso participó en las entonces llamadas «revistas», en concreto en un espectáculo con la genial Celia Gámez… «Y luego todos terminaba en el bar Chicote».
LLEGÓ A MADRID CON LA MALETA DE MADERA Y VIVÍA EN PENSIONES… ¡CON DERECHO A CLAVO!
La historia del genial Coll se cuenta con sus vivencias. De hecho, llegó a Madrid desde su Cuenca natal (allí aún le deben su merecido homenaje en forma de reconocimiento) con su maleta de madera y sus tremendas ganas de darse a conocer. Tenía entonces 26 años.
Vivió en las clásicas pensiones del centro de la capital y en habitaciones, como recuerda Mario, «con derecho a clavo». Como lo leen. ¡El clavo para poder colgar la chaqueta! «Y él la cogía sin derecho a clavo, claro está, mientras hubiera cama donde dejarla…».
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HIJO DE UNA COMUNISTA MILITANTE QUE TUVO QUE EMIGRAR A ARGENTINA TRAS LA GUERRA CIVIL
José Luis Coll era, en Cuenca, «el hijo de la roja». Porque su madre era una comunista militante de la ciudad que tuvo que emigrar a Argentina nada más finalizar la Guerra Civil. Para mayor desgracia, su marido, el padre de José Luis, había fallecido en 1936 por causas naturales. Poco antes de la muerte de Franco pudo regresar para morir en su país.
Coll se quedó en España y al cuidado de su familia materna. Hasta que emigró a Madrid. Allí, en uno de los bares que frecuentaba, conoció a otro que con el tiempo se convertiría en grande: Luis Sánchez Polack. O Tip a secas.
Y antes de que fueran famosos y ganaran dinero llegaron a robar las propinas de los camareros en los bares que frecuentaban y pasaron auténtica hambre, como llegaron a contar ambos en alguna ocasión.
TIP Y COLL, COMO PAREJA, DESDE 1968, UN MATRIMONIO QUE DURÓ…
Fue a finales de los 60 cuando España los conoció. Y ya no hubo quién les parara. Formaron una inigualable pareja humorística durante 25 ó 30 años…
«A mi padre le encantaba el jazz y me enseñó a jugar al ajedrez. A él le siempre le encantó el humor de Groucho Marx».
Le recuerda el otro Coll, Mario, con su «DiccioMario» a cuestas. «Me llevó casi dos años de trabajo». ¿Quieren leer algo más del libro? Pues pinchen aquí. Pueden que terminen desternillándose…
Ya lo saben, entre Coll y Coll… ¡Lechuga!