«Durante dos meses yo también fui la viuda de Paquirri», recuerda José Luis Perales, quien, como compositor, dice haberse «travestido» de Raphael, Jeannette o Isabel Pantoja. Ahora, con más 40 años de carrera a la espalda y sin más ropajes que sus añoranzas, el músico vuelve como intérprete con «Calle Soledad». Perdida la cuenta de los discos de estudio publicados, en «Calle Soledad» (Universal Music), que se lanza hoy y hace alusión, entre otras cosas, a una calle próxima al lugar donde nació, Perales abre por primera vez las puertas del refugio conquense donde ha creado gran parte de su obra.
«La soledad es el elemento que siempre me ha envuelto. Siempre he estado solo en el campo al escribir y, por primera vez, abro las puertas de ese refugio, tan fuera del mundo, sin luz eléctrica ni agua corriente», ha explicado en una entrevista con Efe, ante una imagen de su disco, con el camino que conduce a ese lugar ya casi imposible.
Cada vez más «remolón», fue su hijo Pablo quien le convenció de presentar en público las últimas canciones allí paridas, casi sin querer, y que han tomado forma a fuego lento, sin prisas por la ausencia de un contrato discográfico vigente.
«Estoy más melancólico, con muchos recuerdos de adolescente, de las chicas que conocí y de cosas que viví, que te devuelven a una época feliz, así que hay bastante añoranza y también desamor», cuenta Perales(Castejón – Cuenca, 1945).
Dentro del conjunto, hay temas más clásicos, de cuerda y letras poéticas, y también «ritmos más refrescantes y acústicos», con guitarras eléctricas.
También hay, destaca, «una pincelada más tierna y auténtica», «Canción para Manuela», dedicada a su nieta, cuyos derechos ha cedido a Aldeas Infantiles SOS.
De este modo, una nueva Manuela se convierte en motivo de inspiración, tras años de hacer de su esposa, del mismo nombre, el sujeto y objeto de sus temas. «Yo siempre digo que los de amor los dedico a mi mujer y que en los de desamor hablo de un vecino», añade chistoso.
Casi cuatro décadas después de publicar a regañadientes su primer disco como cantante, «Mis canciones» (1973), Perales sigue reconociéndose como un «intérprete a su pesar».
«Me acompañan siempre las inseguridades, el pánico escénico, la duda por la crítica…», confiesa el autor de «Un velero llamado libertad» o «¿Y quién es él?».
Más cómodo como compositor, faceta en la que ha logrado gran éxito, cuenta que ha tratado de ser un sastre para los artistas, ejerciendo «una especie de travestismo» que le impulsaba a convertirse en cada personaje e incluso a imitarlos.
Así, dice que delante del espejo ha sido Raphael o Jeannette, para la que compuso «¿Por qué te vas?», pero también Isabel Pantoja, para la que escribió el álbum «Marinero de luces» (1985), el primero tras la muerte en 1984 de su marido, el torero Francisco Rivera «Paquirri».
«Me arriesgué mucho con ese disco. Era un momento muy difícil. Ella era la viuda de España, no quería salir a cantar y la rodeaba una gran expectación», recuerda Perales.
«Estuve encerrado durante dos meses en los que yo también fui la viuda de Paquirri. Eso es lo que hay que hacer cuando escribes para alguien», afirma rotundo.
Recientemente habló con Pantoja, emocionado por su interpretación durante un especial televisivo de «Canción de cuna» junto a Miguel Poveda, pero, ni por esas, se siente tentado de reencontrarse artísticamente con la cantante, como acaban de hacer Raphael y Manuel Alejandro.
«Nunca se debe decir que no, pero no creo que sea algo que se deba repetir. Dice Bécquer: ‘¿Quieres que tengamos un hermoso recuerdo de este amor? Amémonos mucho hoy y mañana digamos adiós'», reflexiona.
Cada vez más exigente para componer para otros, Perales seguirá siendo simple y llanamente Perales, con una nueva gira «muy sobria», en la que el silencio y la comunicación con el público serán sus principales instrumentos.
Pasará el 12 de junio por Madrid (Teatro Rialto) y el 19 por Barcelona (Palau de la Música Catalana), antes de viajar en otoño a América, para una gran gira que arrancará en Chile.