sábado, 23 de noviembre de 2024
El desmontaje ha sido muy meticuloso 13/11/2015junio 7th, 2017

Tres restauradores -junto a dos orfebres, un químico, un gemólogo y dos historiadores del arte- trabajan en estos momentos en reparar el deterioro sufrido por el mayor tesoro que guarda la Catedral de Toledo: la Custodia, considerada la principal joya de orfebrería de la cristiandad.

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La tarea no es fácil. Para comenzar estos trabajos que se iniciaron a mediados de octubre y que deberán estar concluidos para el 26 de mayo -día en el que saldrá en la procesión del Corpus Christi-, ha sido preciso, en primer lugar, desmontar las 5.600 piezas y los 12.500 tornillos que la componen. La última vez que se hizo fue en el año 1981, también a cargo -como en esta ocasión- del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), dependiente del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

Se trata de un desmontaje muy meticuloso y arduo que requiere, además de fuertes medidas de seguridad, de una gran infraestructura para la ordenación y catalogación de cada pieza y su sencilla identificación. Como guía se está empleando un texto del siglo XVII que escribió un platero toledano de la familia de los Salinas donde describe tanto el montaje como el desmontaje. En este libro, no obstante, no se incluyen los cambios sufridos por la Custodia a partir del siglo XVII, por lo que los técnicos del IPCE aprovecharán la ocasión para editar un nuevo manual más exacto y preciso.

Una vez desmontada, se está procediendo a limpiar el óxido impregnado en la plata que recubre la gran estructura de madera que guarda la Custodia de oro. Paz Navarro, conservadora del IPCE, explicaba a Encastillalamancha.es que el paso del tiempo ha hecho que perdiese la capa de protección que le dieron en la restauración a la que fue sometida hace 34 años. «El contacto directo de la plata con la atmósfera es lo que ha hecho que ésta se oxide». Por este motivo, es preciso realizar una limpieza y volver a dar una nueva protección. Esta gran estructura, conocida como Custodia de Arfe, presenta también algunos desajustes y fisuras que deben ser enmendados.

Respecto a la Custodia de oro, tiene un problema de asentamiento y sufre una pequeña inclinación que hay que rectificar para que se quede bien fijada en la de Arfe. Por otro lado, se llevará a cabo un estudio gemeológico sobre las piedras preciosas para analizar si se ha perdido alguna o si han sido sustituidas por otras.

Imagen del desmontaje de la Custodia de Toledo.

Todas estas intervenciones, acometidas por los talleres de arte Granda bajo la dirección de Francisca Soto, están siendo fotografiadas y grabadas en vídeo para que quede constancia de ellas. Incluso, con este material audiovisual se quiere hacer un 3D de la custodia.

Por su autor y por su importancia histórica y artística, la de Toledo es seguramente la custodia de mayor relevancia, por encima de otras de gran valor como las de Córdoba, Sevilla o Granada. Paz Navarro cuenta que fue de las primeras que se hizo y «marcó cómo se harían las siguientes».

La Custodia de Toledo se compone, en realidad, de dos custodias. La más antigua es la que está hecha en oro macizo, con esmaltes y pedrería, una pieza de cerca de un metro de altura que fue encargada por Isabel la Católica con el primer oro que trajo Cristóbal Colón de América. Al fallecer la reina, el cardenal Cisneros no solo la compró, sino que quiso hacerla más suntuosa. Fue el proyecto de Enrique de Arfe -que recuerda a una torre gótica de más de dos metros de altura- el que más gustó a Cisneros.

Para su construcción se emplearon 18 kilos de oro y 183 de plata.

Han sido contadas las veces que ha salido de Toledo. Una de ellas fue durante la invasión francesa, momento en el que el cardenal Borbón hizo que fuese trasladada a Cádiz para quedar a salvo de las tropas napoleónicas. Volvió a Cádiz en 1936 con motivo de la Guerra Civil y viajó a Barcelona en 1952, por el Congreso Internacional Eucarístico; a Sevilla en la Expo de 1992; y más recientemente a Madrid, en 2011, por las Jornadas Mundiales de la Juventud.

Paz Navarro, del IPCE, y Francisca Soto, de Granda, son las conservadoras que están dirigiendo los trabajos de restauración.

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