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sábado, 31 de agosto de 2024
La Real Fundación de Toledo aumenta su patrimonio gracias a un nuevo acto de generosidad.
La Real Fundación de Toledo aumenta su patrimonio gracias a un nuevo acto de generosidad.
Está muy bien conservada - 16 julio 2024 - Toledo

La Real Fundación de Toledo ha recibido la donación de una nueva obra de Victorio Macho gracias a la generosidad de Luis García-Germán Polanco y sus hermanos, que conservaban el retrato de su padre, Fulgencio García-Germán Santos, realizado en bronce por Victorio Macho en el año 1961.

Hace pocos días Luis García-Germán, propietario de la escultura junto a sus hermanos, se puso en contacto con la Fundación manifestando su deseo de ceder la obra, por considerar que el Museo Victorio Macho era el mejor sitio para conservarla, con el fin de ampliar la colección que el artista seleccionó para ser contemplada en su casa de Toledo, en la conocida como Roca Tarpeya, considerada una de las mejores muestras del arte figurativo del siglo XX en España, según ha informado la Real Fundación en nota de prensa.


La pieza, magníficamente conservada

La pieza, magníficamente conservada, no estaba catalogada por José Carlos Brasas, investigador que estudió y publicó en 1987 el catálogo de la obra de Victorio Macho, para lo que contó con la ayuda de su viuda Zoila Barros. Sin embargo en el Archivo del escultor, que la Real Fundación de Toledo rescató cuando se hizo cargo de Roca Tarpeya y el Museo en 1997, y que ha catalogado y digitalizado en los últimos años, sí se conservaban varias cartas que mencionaban el encargo de la escultura por la familia de Fulgencio tras su temprana muerte, así como la aceptación del encargo por Victorio Macho.

También se citan en estos documentos las visitas de la familia para conocer el desarrollo de los trabajos y toda una serie de detalles sobra la elaboración de la pieza, de la que se carecía de imágenes y noticias sobre su paradero. Por ello fue una gran noticia conocer su conservación y que sus herederos estaban dispuestos a ceder la obra al Museo que gestiona la Real Fundación de Toledo. A su generosidad se debe que la escultura pueda ser contemplada en breve por todos los interesados en conocer la obra de Victorio Macho.

La escultura de Victorio Macho está muy bien conservada.

La escultura de Victorio Macho está muy bien conservada.

No es la primera vez 

Afortunadamente no es la primera vez que la colección de Victorio Macho se incrementa gracias a la generosidad de propietarios particulares. En 2003 el retrato de Ramírez Ángel fue donado por los herederos del escritor toledano; en 2017 otra pieza inédita y sin catalogar, el Retrato de Alfredo López Casal, realizado hacia 1924, fue donada por José María de la Figuera, marqués de Fuente el Sol.

Además, en 2021 se recuperó un dibujo de la colección de retratos realizados por el artista en su juventud, ‘El hombre bueno’, donado por el anticuario Francisco Escudero; con posterioridad en 2022 la familia de la viuda de Victorio Macho, Zoila Barros, donó una maqueta en bronce de La Piedad del Monumento funerario de Menéndez Pelayo, situado en la catedral de Santander; y finalmente, en 2023 un donante anónimo cedió el bronce ‘Tuerto de Béjar’ que salió de Roca Tarpeya de forma irregular antes de que la Fundación se hiciera cargo del Museo Victorio Macho en 1997.

A estas aportaciones hay que sumar el conjunto de documentos donado por la familia Belaunde, que completan la información sobre la estancia del escultor en Lima.

La escultura que se incorpora a la colección es una pieza destacada de la última producción del artista, realizada en las mismas instalaciones de Roca Tarpeya en las que ahora se va a exponer. El retrato se presenta en forma de busto y tiene la particularidad de mostrar al personaje con unos ropajes clásicos.

Tratamiento de la escultura

Es destacable también el tratamiento de la escultura que recupera un modelo de actuación utilizado por Victorio Macho en los años centrales de su carrera, en el que los detalles de la persona retratada son cuidados, pero se presta más atención a la idealización del resultado, con el fin de destacar la dignidad del representado, que aparece ante los demás en calidad de antepasado. Una realidad perfectamente documentada en la escultura del mundo antiguo, que el artista conoció y quiso aplicar a algunas de sus piezas.

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