domingo, 24 de noviembre de 2024
Maite Silva y su legado 27/02/2016junio 7th, 2017

‘Que no se pierda’, dijo Maite Silva a su hijo Enrique en 2012, cuando le entregó como legado 63.105 fotografías que había tomado como periodista gráfica, la pionera en Toledo, entre 1968 y 1987. Una pequeña parte de esa rica herencia periodística se presenta el día 3, en formato libro y exposición.

Maite falleció pocos meses después de aquel encargo, a los 80 años, y su hijo Enrique ha pasado las tardes de los últimos cuatro años digitalizando un patrimonio gráfico que desvela la vida diaria de Toledo y parte de la provincia, según explica a Efe tomando un café junto a imágenes de su madre.


De las 63.105 fotografías en 35 mm, Quique ha escogido unas 300 para el libro y, de ellas, ochenta conforman una exposición que se inaugurará el 3 de marzo (ese día Maite hubiera cumplido 84 años) en el centro cultural San Clemente de Toledo.

También se presentará en ese momento el libro y todo bajo el título ‘Sucedió en Toledo’.

Durante varias décadas, Maite formó un perfecto tándem con su marido, Juan Jiménez Peñalosa, un histórico del periodismo toledano que murió poco después que ella, en 2014.

Quique, uno de los tres hijos del matrimonio, ha seleccionado las imágenes teniendo en cuenta que sean representativas del intenso archivo familiar ‘Vasil’ (el apellido Silva al revés), que sean significativas y, sobre todo, periodísticas.

«Lo primero de todo es cumplir una promesa», dice Quique, porque su madre le dijo expresamente «que no se pierda», y él ha considerado que abrirlo a la sociedad es una forma de cumplirlo.

Las fotografías escogidas están documentadas con el periódico del día, una herencia que Maite legó a otro hijo (Roberto), e incluyen el pie de foto original, en ocasiones contextualizado.

Nada importante pasaba en la ciudad sin que Maite lo registrara, subraya Quique, y superó los tabúes necesarios para estar en el patio de armas de la Academia de Infantería (única mujer en aquel espacio reservado, hasta entonces, a hombres) o subir al púlpito de la Catedral Primada cuando tomó posesión el cardenal Tarancón y al altar mayor cuando le sucedió monseñor Marcelo González.

Por su cámara pasó desde la primera piedra de la factoría de Standard Eléctrica hasta la primera movilización de sus trabajadores (1976); eso sí, al acabar su jornada laboral.

En diciembre de 1981 retrató a la entonces directora del Museo de Santa Cruz, Matilde Revuelta, cuando recibía una carretilla procedente de la Catedral con restos arqueológicos de unas obras que se realizaban en el templo, y en 1971 captó a una mujer, vestida de oscuro y con pañuelo a la cabeza, que se había acercado al puesto de mando con unos prismáticos para seguir las maniobras militares.

También fotografió un Seat 124 en la Catedral (1976), cuando entró para cargar la imagen de la Virgen del Sagrario que se iba a restaurar en Madrid. Y en 1969 plasmó al que fuera presidente del Comité Olímpico Español Juan Antonio Samaranch junto al ciclista Federico Martín Bahamontes, que le pedía escuelas de ciclismo.

En una entrevista con la Agencia Efe en marzo de 2011, aquella pionera fotoperiodista de Toledo aseguraba que fueron sus «ganas de trabajar y aprender» y su «mucho amor propio» lo que la ayudó a hacerse hueco en una profesión reservada hasta ese momento a los hombres.

«Me he subido a andamios para sacar la foto, he subido a púlpitos, he saltado vallas, a mí no me achicaba nadie», decía Maite, que también confesaba que había disfrutado mucho con su profesión: «¿Porqué no puede una mujer subirse a un andamio como me he subido yo?, que por eso empecé a usar pantalones, para subirme a escaleras y andamios».

En el mismo centro cultural San Clemente acaba de abrirse la exposición del colectivo de informadores gráficos de Toledo con las imágenes más destacadas de 2015, que este año dedican a Maite Silva. Las dos exposiciones coincidirán abiertas hasta el 1 de abril.

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