La Fuente Agria de Puertollano, uno de los grandes emblemas de la ciudad minera, ya tiene la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de monumento.
Así ha informado la consejera portavoz del Gobierno de Castilla-La Mancha, Esther Padilla, quien ha expuesto que esta declaración supondrá un paso adelante para su protección y para su promoción turística.
Padilla ha destacado que se trata de «una de las más singulares representaciones de inmueble con uso público con inspiraciones de arquitectura industrial».
Es un manantial de agua de naturaleza carbónica y ferruginosa ubicado en el paseo de San Gregorio, en Puertollano (Ciudad Real) de características similares a otros que se distribuyen por la comarca volcánica del Campo de Calatrava, denominados popularmente como “aguas o fuentes agrias” por su sabor y “hervideros” por la temperatura a la que salen sus aguas y por el borboteo que provocan en su surgenci
Se caracterizan principalmente por ser puntos de agua de naturaleza carbónica, es decir, con burbujas de dióxido de carbono, que les da aspecto de “agua hirviendo” cuya génesis se relaciona con el extinto vulcanismo de la zona y que muestran un claro rasgo termal.
La construcción actual de la fuente data de 1910, cuando se realiza en cantería una fábrica octogonal con 9 filas de peldaños que, siguiendo igualmente una planta octogonal, van descendiendo de manera progresiva, rodeando por completo al surtidor que se encuentra rehundido en el terreno.
La historia de la fuente
Según se puede consultar en la página de Cultura de Castilla-La Mancha, los conocidos popularmente como “hervideros”, la Fuente Agria es uno de manantiales o pozos distribuidos por la comarca volcánica del Campo de Calatrava en la Provincia de Ciudad Real. Se caracterizan principalmente por ser puntos de agua de naturaleza carbónica, es decir, con burbujas de CO2, que les da aspecto de “agua hirviendo” cuya génesis se relaciona con el extinto vulcanismo de la zona y que muestran un claro rasgo termal. Existen en esta zona cerca de una veintena de surgimientos de agua con estas características que, en algunos casos, dieron lugar a la instalación de balnearios medicinales durante el siglo XIX Sus aguas suelen presentar, además del contenido en carbono, una elevada cantidad de hierro en disolución que les aporta un característico sabor, por lo que reciben el nombre de “aguas o fuentes agrias”.
Las primeras noticias que hacen referencia al manantial de agua agria de Puertollano se recogen en documentos del siglo XIV, que hoy se conservan en el Archivo Histórico Nacional.
Durante el siglo XVI se produjo un desarrollo importante de la población de Puertollano ligado a la ganadería y a la industria de paños, siendo concedido el título de villa en 1576 por parte del rey Felipe II. La actividad textil se convertirá en la principal actividad de la localidad hasta el inicio de la explotación de la cuenca hullera en época contemporánea. A partir este momento comienza la configuración urbanística de la ciudad moderna, teniendo como referencia el paseo de San Gregorio, que será el eje central de la ciudad a partir del cual se articularán los distintos espacios. Es en este momento, cuando contamos con la primera descripción del surgimiento de aguas agrias recogido en las Relaciones Topográficas de Felipe II (1575).
De finales del siglo XVII se conocen los primeros documentos bibliográficos con la publicación de un pequeño folleto del médico italiano Felipe Vizani del Águila (1685), que describe los efectos beneficiosos para la salud de la toma de agua agria puertollanera, y la obra del Doctor Alfonso Limón Montero “Espejo Cristalina de las Aguas de España” (1697), cuyo capítulo II va dedicado a las “aguas azedas de la Villa de Puertollano y de sus medicinas”, y donde menciona que las de Puertollano son las mejores y más eficaces del Campo de Calatrava y en toda España, y que se trata de una bebida habitual de los vecinos que también la usaban para amasar pan y cocer la carne, y que, por ello Puertollano era un pueblo sano, longevo y con buena salud.
Un siglo más tarde, en 1785, el Interrogatorio del Cardenal Lorenzana presenta contestaciones a la pregunta 14 señalando que la villa de Puertollano posee “singulares y famosas las aguas medicinales agrias” y que su fama de agua saludable sirve de reclamo para muchas personas de la Corte y de toda Castilla, sobre todo en verano para tomar baños.
Uno de los periodos más polémicos fue mediados del siglo XVIII (1753), cuando se instaló un pozo-noria a escasos metros del manantial, lo que influyó en una disminución del aforo, calidad y propiedades medicinales del mismo, por lo que las quejas y pleitos no cesaron, llegando incluso al Real y Supremo Consejo de Castilla. A finales de este siglo se tiene noticia de la instalación de la primera estructura que sirvió de Balneario en las inmediaciones de la fuente.
En el siglo XIX, el diccionario de Pascual Madoz recoge la instalación de un edificio destinado a baños junto al surgimiento de agua agria, describiendo detalladamente los beneficios de su uso y el estado del edificio. A partir del segundo cuarto de este siglo, la Fuente Agria estuvo muy ligada a la figura de Carlos Mestre y Marzal, que fue médico-director del balneario, y en ocasiones médico titular de la población.
A mediados del siglo XVIII (1753), se instaló un pozo-noria a escasos metros del manantial, lo que influyó en una disminución del aforo, calidad y propiedades medicinales del mismo, por lo que las quejas y pleitos no cesaron, llegando incluso al Real y Supremo Consejo de Castilla. A finales de este siglo se tiene noticia de la instalación de la primera estructura que sirvió de Balneario en las inmediaciones de la fuente.
En el siglo XIX, el diccionario de Pascual Madoz recoge la instalación de un edificio destinado a baños junto al surgimiento de agua agria, describiendo detalladamente los beneficios de su uso y el estado del edificio. A partir del segundo cuarto de este siglo, la Fuente Agria estuvo muy ligada a la figura de Carlos Mestre y Marzal, que fue médico-director del balneario, y en ocasiones medico titular de la población.
En la segunda mitad del siglo XIX, gracias a la mejora de las comunicaciones y las distintas conexiones con otras poblaciones que se establecieron en Puertollano, hubo mucha afluencia de visitantes que iban a tomar las aguas del Ejido. El uso del ferrocarril también fue muy relevante para la llegada de público para la toma de baños.
En 1857 don Carlos Mestre y Marzal, médico director del balneario, escribía al alcalde manifestando su preocupación por la conservación de las excepcionales aguas medicinales de Puertollano y proponiendo obras para adecuar la zona del surgimiento, aunque los problemas con el caudal del agua no terminaron. En 1861 hubo una nueva disminución del caudal de la fuente debido a las obras realizadas por Manuel Gómez en la casa de baños, por lo que el alcalde redacto el siguiente escrito: “No atreviéndome en negocio de tan alto interés a tomar por mi medida alguna, me apresuro a ponerlo en el superior conocimiento de V.S., a fin de que pueda servirse acordar el medio que crea más conveniente a remediar el indicado”.
En 1865 don Carlos Mestre y Marzal publicó su “Monografía de las aguas acido-alcalino-ferruginosa de Puertollano” recogiendo datos tomados por el Doctor Limón, y aportando otros nuevos. La fama del agua agria de Puertollano seguía creciendo.
En 1876 se llevó a cabo la construcción de un quiosco y un enrejado, siendo el encargado de la obra José Vicente Gonzalo. De la estructura de la Fuente hace descripción a finales del siglo XIX I. Hervás y Buendía en su “Diccionario histórico, geográfico, biográfico y bibliográfico de la Provincia de Ciudad Real” donde indica que primero el manantial era una simple charca, después se recogieron las aguas en un arca de madera fortalecida con piedra y cal hacia 1600. Posteriormente, en 1733, sobre esta arqueta se construyó un templete de obra que se cerró con una puerta para controlar el flujo de visitantes, colocando dos caños, uno destinado a enfermos y otro al pueblo.
Un quiosco metálico de planta octogonal se proyectó en el año 1892 para proteger la fuente de las inclemencias del tiempo. No obstante, unos pocos años después, en 1905, se realizan nuevas obras de remodelación y la fuente adquiere el aspecto con el que hoy la contemplamos, cubriendo los caños con un quiosco de hierro, pero de mayores dimensiones.