Las 5.600 piezas de oro y plata que la componen ya lucen todo su esplendor. El trabajo llevado a cabo durante seis meses por tres restauradores, dos orfébres, un químico, un gemólogo y dos historiadores del arte ha permitido eliminar de la Custodia de Toledo cualquier rastro de óxido y arreglar los desajustes y fisuras. Antes de la presentación que tendrá lugar el próximo lunes 23 de junio, encastillalamancha.es ha tenido la oportunidad de conocer y fotografiar el resultado final de la restauración de la que es considerada la principal joya de orfebrería de la cristiandad.
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La tarea nada sencilla del Instituto de Patrimonio Cultural de España (IPCE), responsable de este cometido, ha consistido en eliminar el óxido que impregnaba la plata que recubre la estructura de madera en la que se guarda la Custodia de oro. El paso del tiempo -la última restauración fue hace 34 años- hizo que perdiese la capa de protección y que se deteriorase. A esta pieza, conocida como Custodia de Arfe, se le ha vuelto a dar una nueva capa protectora y se han corregido algunos desajustes y fisuras.
En cuanto a la Custodia de oro, los técnicos han resuelto el problema de asentamiento que tenía, un problema que le hacía estar ligeramente inclinada.
Estos no son los únicos cambios introducidos ya que la sala del tesoro -en la que se muestra la Custodia durante todo el año- también ha sido sometida a un proceso de reforma. Así, se ha eliminado su mobiliario y ha quedado más diáfana. La Custodia se sitúa en el centro dentro de una gran vitrina que contribuirá a su puesta en valor y a que tenga una mejor iluminación.
Todo está listo, pues, para que el 26 de junio salga de la Catedral de Toledo para ser procesionada ante la mirada fija de centenares de personas.
En noviembre de 2015, -bajo la dirección de las conservadoras Paz Navarro, del IPCE, y Francisca Soto, de la empresa Granda- comenzaron las labores de restauración, que arrancaron con el meticuloso desmontaje de las 5.600 piezas y 12.500 tornillos de la Custodia. Para ello se empleó una guía del siglo XVII realizada por un platero toledano de la familia de los Salinas. En este libro no se incluyen los cambios sufridos a partir del siglo XVII, por lo que los técnicos del IPCE aprovecharán la ocasión para editar un nuevo manual más exacto y preciso. También se ha llevado a cabo un estudio gemeológico sobre las piedras preciosas para analizar si se ha perdido alguna o si han sido sustituidas por otras.
La Custodia de Toledo se compone, en realidad, de dos custodias. La más antigua es la que está hecha en oro macizo, con esmaltes y pedrería, una pieza de cerca de un metro de altura que fue encargada por Isabel la Católica con el primer oro que trajo Cristóbal Colón de América. Al fallecer la reina, el cardenal Cisneros no solo la compró, sino que quiso hacerla más suntuosa. Fue el proyecto de Enrique de Arfe -que recuerda a una torre gótica de más de dos metros de altura- el que más gustó a Cisneros.
Para su construcción se emplearon 18 kilos de oro y 183 de plata.
Han sido contadas las veces que ha salido de Toledo. Una de ellas fue durante la invasión francesa, momento en el que el cardenal Borbón hizo que fuese trasladada a Cádiz para quedar a salvo de las tropas napoleónicas. Volvió a Cádiz en 1936 con motivo de la Guerra Civil y viajó a Barcelona en 1952, por el Congreso Internacional Eucarístico; a Sevilla en la Expo de 1992; y más recientemente a Madrid, en 2011, por las Jornadas Mundiales de la Juventud.