Alcázar de San Juan acoge en el Museo de la Alfarería Manchega una exposición de la colección del taller de la familia Peño. La presidenta del Patronato Municipal de Cultura ha recordado que precisamente esta sala de exposiciones temporales tiene por objeto el estudio y la investigación, es decir, «el atesoramiento de culturas» y por eso animaba a los posibles interesados a visitar esta colección que permite conocer la propia historia a través de una tradición de más de 60 años y cinco generaciones.
En la inauguración han estado presentes los tres hermanos Peño, Ángel, Adrián y Gregorio, que han seleccionado una colección que reúne tres vertientes, porque hay piezas de alfarería tradicional antigua, pero también productos actuales del taller e incluso incursiones en el arte y la decoración contemporánea. Los artistas, además, anuncian que procurarán estar muchos días en este museo para dar explicaciones a los visitantes interesados porque les gusta «estar con la gente», ha asegurado Ángel Peño.
En esta exposición predominan las piezas tradicionales, ha señalado también el alfarero, objetos que se han conservado en el taller, muchos de ellos realizados por el padre, Gregorio, o por el abuelo de la familia. Como también señaló la presidenta del Patronato Municipal de Cultura, María Jesús Pelayo, la alfarería tradicional estaba dedicada a la creación de utensilios de uso doméstico o cotidiano, e incluso a la construcción, un utilidad que se ha ido perdiendo con la introducción de otros materiales. De ese modo desparecieron la mayoría de los hornos y talleres alfareros, salvo los que, como es el caso de la familia Peño, los que se han ido adaptando a los uso decorativos.
Pero el interés de esta exposición es el regreso a la tradición de una alfarería popular tan particular como la de Villafranca de los Caballeros, ya que, explica Ángel Peño, en cada lugar la cerámica tiene unas características diferentes según el tipo de arcilla. Así, la de Villafranca es salitrosa y calcárea, de un color rosa claro, en general y «muy consistente», lo que la hacía muy apropiada para la conservación de alimentos y como recipientes para el agua (e incluso para las primeras canalizaciones). Estas piezas constituyen «un pequeño tesoro» familiar, no sólo por razones sentimentales, ya que algunas tienen la decoración propia de la zona, realizada con un peine. Hasta sus tareas actuales (que van desde la decoración al modelado de caricaturas) en el taller de los Peño, el pueblo podía obtener recipientes para llevar al campo, botijas, orcillas y algunas curiosidades, como las caracolas con las que las cuadrillas se comunicaban y hacían música en el campo hasta juguetes para niños, como las grilleras, las únicas que se conocen fabricadas con arcilla.
La exposición permanecerá en el Museo de la Alfarería Manchega hasta el día 20 de abril.