El Museo del Greco de Toledo acoge hasta el 12 de marzo en sus salas la exposición «Iconos bielorrusos: Misterios del tiempo y del espíritu», organizada por la Dirección General de Bellas Artes y Patrimonio Cultural, el Museo del Greco y el Museo de Bellas Artes de Bielorrusia, bajo el patrocinio de la Embajada de la República de Bielorrusia en España. Está comisariada por Alena Karpenka, jefa del departamento de pintura bielorrusa antigua del Museo Nacional de Bellas Artes de Bielorrusia, y por Juan Antonio García Castro, director del Museo del Greco.
La exposición está compuesta por 12 obras de los siglos XVII y XVIII realizadas sobre tabla mediante pintura al temple. Todas pertenecen al Museo Nacional de Bellas Artes de Bielorrusia y proceden de los iconostasios de algunas de las iglesias más antiguas e interesantes del país. Apóstoles, profetas y escenas del Evangelio muestran la tradición del arte pos bizantino producida en esta zona de Europa oriental.
En la muestra se presentan obras que formaban parte del iconostasio, es decir, del tabique situado en el altar que representa simbólicamente la separación entre el lugar de morada de Dios y la sala donde se reúnen los creyentes. En los siglos V-VI el tabique del altar se transforma en la imagen simbólica de la iglesia celestial, encabezada por su creador, Jesucristo. Con el tiempo se forman varias filas y el iconostasio ya no es simplemente una reja que separa el altar, pues se engrandece el concepto espiritual de todo lo que se encuentra y realiza en el altar y en toda la Iglesia.
En la iglesia católica las imágenes de los apóstoles se disponen libremente en el altar central o en las paredes laterales. En la iglesia ortodoxa su sitio está en el iconostasio, en la fila de los apóstoles.
Los grupos de apóstoles forman parte también de temas tan célebres como La Ascensión de Cristo, La Dormición de la Virgen, La Transfiguración o Pentecostés, imágenes que con frecuencia formaban parte de los iconostasios y que están presentes en esta exposición.
Por primera vez en las salas del Museo del Greco se mostrarán las obras del gran pintor cretense en diálogo con las de los pintores anónimos bielorrusos, compartiendo la idea creativa de la representación de los discípulos de Jesucristo. En la obra del Greco es evidente la continuidad de la tradición de la pintura bizantina de retratos religiosos, así como la existencia independiente de la imagen. Las obras bielorrusas dependen en gran parte de la necesidad de la subordinación al sistema del altar. Se conserva el principio de la simetría y el centralismo típico para los iconostasios bizantinos y rusos. Sin embargo, los apóstoles se presentan vivos y naturales, llenos de espiritualidad. Al igual que el Greco, los pintores bielorrusos ilustran la idea de la base filosófica de la fe cristiana presentada a través del iconostasio y son testimonio de la solidez de la tradición bizantina en el mundo cristiano.