El universo de la escritora y fotógrafa Marga Clark se abre al público conquense a través de una doble exposición titulada «Cosmogonía», que está instalada en la Fundación Antonio Pérez (FAP) de la capital y en el Museo de Fotografía de Huete. Dos muestras que son una auténtica invitación a recorrer cuatro décadas de trabajo de la madrileña.
Inauguración de la exposición.
«Cosmogonía» propone adentrarse en su universo a través de las tres épocas que marcaron su carrera. La primera de ellas es «Instantáneas del alma». Una etapa esta, sin duda, la más prolífica, lírica y profunda de todas. Todo su camino vital y artístico goza de un recorrido lúcido y coherente. En este periodo el pensamiento es aún más existencial y materializa la pugna entre la vida y la muerte. Esta muestra fotográfica puede visitarse en la Fundación de Antonio Pérez de la capital conquense hasta el próximo día 11 de diciembre. Fecha que en el caso de la exposición instalada en el Museo de Fotografía de Huete se prolonga hasta el 15 de enero.
Las otras dos épocas de la artista y fotógrafa madrileña son «Movimiento estático» y «Transformaciones». En cuanto a la primera, que discurre de 1976 a 1985, comienza con un cambio fundamental en la vida de Clark cuando a mediados de los años 60 le conceden la Beca Margaret Cage que la lleva a realizar estudios universitarios en Nueva York en instituciones como Bennet College, el Hunter College o el Centro Internacional de Fotografía.
En los años 70 ya es la fotógrafa oficial de la Oficina Española de Turismo en la Gran Manzana. Pero detrás de los retratos de las personalidades que inmortaliza en aquellos años, y tras haber estudiado con el gran maestro del retrato, Philippe Halsman, Clark busca la excusa para adentrarse en todo lo que le rodea y surgen una serie de obras que nos trasladan a una «dualidad realidad-fantasía, consciente e inconsciente» como escribiría Juan Cruz en El País.
Estas fotografías de Marga Clark enfrentan al objeto consigo mismo a través de la magia del movimiento. No le interesa lo estático sino el movimiento que se produce al yuxtaponer el objeto consigo mismo. Busca ese momento «único y permanente que desafía a lo instantáneo». Le interesa esa relación principio/fin.
«Transformaciones», por su parte, es la segunda época de la artista madrileña (1985-1988) con imágenes, como las que describió Rafael Canogar en el prólogo del catálogo de la exposición en la galería Juana Mordó, en 1988, que son «el alfabeto con el que Marga nos da un determinado texto para comunicarnos conceptos y reflexiones sobre lo intemporal y lo sublime».
Un lenguaje que se configura en trípticos de imágenes que van del color al blanco y negro y que aspiran a la perpetuidad mediante la combinación de formas y texturas que confluyen en la abstracción que indulta a lo condenado al olvido.