Els Joglars, bajo la dirección de Albert Boadella, estará el 4 de octubre a las 20:30 horas en el Teatro Auditorio de Cuenca para defender el teatro de bufones, juglares y payasos en «El Nacional».
La compañía vuelve a la carga con la reposición de una obra de primeros de los 90 protagonizada por Don José, un viejo acomodador de un teatro sin actividad que se empeña en representar el Rigoletto, de Verdi, para lo que busca la colaboración de músicos que tocan en el metro y de una trabajadora de la limpieza. «El Nacional» defiende «la poesía de lo sugerido» frente al «despilfarro y la opulencia» de las funciones-espectáculo que buscan la monumentalidad.
La compañía Els Joglars, una de las voces más críticas y libres de la sociedad española, cuyas obras tienen muy presente la actualidad para cuestionar sin pelos en la lengua y poner patas arriba lo que tiene de absurda y contradictoria, vuelve a un escenario que le es muy familiar, el Teatro Auditorio de Cuenca, con la reposición de una obra del año 1993 muy vinculada al momento de crisis en que vivimos.
«El Nacional» es su título y está ambientada en un tiempo en el que el teatro parece ya casi desaparecido pero cuyo protagonista, Don José, viejo acomodador del antiguo Teatro Nacional de Ópera, ahora degradado y sin actividad, se empeñará en representar de nuevo el Rigoletto, que considera el símbolo del teatro, un oficio de bufones, juglares y payasos que a su entender nada tiene que ver con los artistas histriónicos, intelectuales y realistas que han contribuido a degenerar la profesión hasta convertirla en un arte decadente.
Para materializar sus fantasías y delirios renacentistas, Don José se rodea de un grupo de indigentes que se prestan a colaborar en el proyecto a cambio de pernoctar dentro de las ruinas del edificio. Entre ellos hay músicos que tocan en el metro, los cuales pasarán a formar parte de la orquesta que acompañará las distintas arias de la ópera, mientras que del canto se encargará una antigua mujer de la limpieza del teatro que mientras trabajaba se aprendió muchas de las arias que escuchaba.
Las dificultades para controlar y adiestrar a los indigentes, llenos de violencia, o las intervenciones exteriores para desalojar el local y demolerlo, son algunos de los conflictos que Don José deberá afrontar tenazmente. Pero su resistencia para aceptar la realidad de un mundo que ya funciona sin el teatro lo abocará a un desenlace numantino.