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viernes, 22 de noviembre de 2024
Ilustración de Jaime López Molina.
Ilustración de Jaime López Molina.
Hasta el 4 de junio 24/04/2017junio 6th, 2017

El Museo de Obra Gráfica de San Clemente (Cuenca) presenta hasta el 4 de junio la exposición «Objetos imposibles» del artista Jaime López Molina.

Dentro de las actividades programadas por la Fundación Antonio Pérez, la muestra se compone de un total de 40 ilustraciones digitales realizadas en papel fotográfico. Una serie de obras en las que se ve cómo a través de la unión de dos objetos cotidianos existe una nueva realidad. Siguiendo la línea de artistas como Man Ray, Duchamp, Joan Brossa o Chema Madoz entre otros, Jaime López Molina nos adentra en el mundo del objeto a través de la poesía visual.


En palabras del propio Jaime sobre su exposición, «los objetos imposibles podrían ser considerados un elogio a la estupidez viniendo de palabras de Erasmo de Rotterdam, fundamentados como crítica voraz a determinados vicios de la sociedad de masas y a su desmesurado consumo superfluo. Pero los objetos imposibles, -sin dejar en la cuneta el trasfondo de ese aparatoso artilugio social-, con su constitución hecha a base de fusiones escrupulosamente anatómicas, ofrecen escenarios que lo ordinario sería incapaz de detectar, con la cualidad de convertirlos en elementos inanimados albergando un mundo paradójico, un mundo que desde la ceguera son contemplados con extrañeza, escepticismo y rareza, que solo sería reconocidos desde una predisposición humorística sintiéndose cómodo en un marco de fantasía poética y surrealista».

Continúa señalando que «el comportamiento que supone descubrir ese mundo nos reactiva hacia un ejercicio recóndito, donde nos hace cuestionarnos la ‘normalidad’” por el hecho de alterar la naturaleza, esa práctica de lo  absurdo, lo inútil y hasta lo irreverente nos presenta frente a la carcajada como cortina que disimula una reflexión sobre las evidencias de los fundamentos de los objetos. Evocar a personajes como Man Ray, Duchamp, Picabia, Arman, Klein, César… supone un ejercicio ambiguo en torno a la idea de descontextualización del objeto cotidiano, ese desvío de la función con el empleo de ensamblajes visuales genera una predisposición al enfrentamiento con el objeto provocando enigmas con sentido crítico dirigidos a ciertos automatismos sociales, pero todo ello resuelto con una complicidad entre la sonrisa y la seducción. La revelación de los objetos imposibles asociados a un espíritu vanguardista donde entran en juego la sugestión frente a la evidencia, generan espectáculos de magia constituyendo un universo particular, que fomentan la participación activa del espectador gracias a los juegos visuales que supone: -y parafraseando a Jacques Carelman-, una limpieza de los ojos de la gente para se familiaricen con las cosas que nunca vemos».

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