El Museo Sefardí de Toledo ha presentado hoy su nueva «pieza invitada»: el lienzo «Vista de la Judería de Toledo desde el río Tajo» (1891), obra del artista francés Ferdinand-Joseph Gueldry (1858-1945) y que será expuesta hasta el 15 de mayo en el arcosolio renacentista de la sinagoga.
Al acto de presentación han asistido alumnos del curso de formación «Los lunes al sol. Toledo y otras historias», así como representantes de diversas instituciones culturales. El investigador Luis Peñalver ha dado a conocer algunos detalles sobre esta singular vista de la Judería de Toledo, que en sus palabras «sabe captar muy bien la luz de Toledo» de la mano de este pintor viajero del siglo XIX, de tintes realistas. La obra forma parte de la colección particular de un mecenas toledano.
El pintor francés Gueldry se puede englobar dentro de la corriente artística del realismo desarrollado en Europa entre finales del siglo XIX y principios del XX (los mismos años en que también se iniciaba en el continente el movimiento artístico moderno que desembocaría en las vanguardias). Comienza a pintar a la edad de 13 años. En 1876 ingresa en la École des Beaux-Arts de París, siendo alumno del pintor academicista Jean-Leon Gérôme (1824-1904). Gueldry debuta artísticamente en el Salón de París de 1878. Es premiado con una medalla de plata en la Exposición Universal de 1889. En sus primeras obras se interesa especialmente por representar el mundo industrial, a través de interiores de fábricas donde los obreros realizan sus respectivos trabajos de un modo realista y en un tono amable. En su período de madurez, pasará a interesarse especialmente en la representación de paisajes captados a la orilla de ríos o lagos donde tienen lugar escenas de deporte naútico, resueltas en una atmósfera risueña y feliz.
En 1890 obtuvo una beca para viajar al extranjero. Uno de los países visitados en este tour sería España. Esta visita incluyó la ciudad de Toledo -una de las ciudades españolas más atractivas para los viajeros del siglo XIX-. La pintura está fechada en 1891. Aparte de su calidad pictórica innegable, documenta a la perfección el estado urbanístico que presentaba el entorno de la Sinagoga del Tránsito a finales del siglo XIX.