Cerca de un siglo después de que se editasen las últimas guías sobre el Greco en Toledo, recientemente ha visto la luz una nueva edición que pretende llevar al turista a recorrer la riqueza patrimonial de la ciudad greco a greco.
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Esta nueva obra de 64 páginas, titulada «El Greco en Toledo» y editada por DB Comunicación, se presenta como una guía de bolsillo sencilla y atractiva que muestra un contenido riguroso y serio pero que también ofrece una visión amable y entendible, con anécdotas y curiosidades que a veces pasan desapercibidas.
La guía arranca con un acercamiento general al pintor y a su obra, situándole en la época y contexto que le tocó vivir. A partir de entonces prosigue con un recorrido por la ciudad de Toledo y por los lugares en los que se localizan las obras del pintor cretense. El punto de partida no es otro que el Museo del Greco, el centro de referencia por excelencia en donde destacan la visita al Apostolado o a la Vista y Plano de Toledo. Desde ahí, esta publicación invita al turista a acudir a la iglesia de Santo Tomé, donde está el cuadro más famoso, El entierro del Conde Orgaz. El tercer punto es la Catedral, en la que, con El Expolio como foco de mayor interés, se concentran las obras de más riqueza.
A través de los textos de Ana Carmen Lavín, gerente del Museo del Greco, y de la edición de David Blázquez, la ruta continúa por el Museo de Santa Cruz, con casi todas las obras de las parroquias de la ciudad, destacando la Inmaculada Oballe; la capilla de San José, en la calle Nuñez de Arce; el convento de Santo Domingo El Antiguo; y Tavera, edificio en el que se guarda una interesante colección del Greco, siendo la Sagrada Familia uno de los lienzos más valorados.
El recorrido no concluye aquí ya que se propone igualmente conocer los espacios relacionados con Doménikos Theotokópoulos tales como el antiguo colegio de San Bernardino, en la calle de Santo Tomé y hoy convertido en restaurante y viviendas; la parroquia de San Vicente, que acoge actualmente el Círculo de Arte y en la que estaba la Inmaculada Oballe; el paseo del Tránsito; y el paisaje y los cigarrales que forman parte del entorno de la ciudad.
El libro intercala anécdotas curiosas que hacen la lectura muy entretenida. Entre ellas, la que habla de las huellas del Greco encontradas en el retablo de Santo Domingo El Antiguo tras un análisis técnico que se hizo en el Museo de Arte de Chicago en el 2000 y que pone de manifiesto cómo trabajaba el pintor, con pinceles de cerdas anchas y realizando incisiones y contornos con el mango. Untaba pigmentos con los dedos directamente, de ahí que sus huellas dactilares estén en los nudillos de la mano de San Pedro y sobre las puntas de los dedos de la mano izquierda de la Virgen. También es llamativa la fotografía que se realizó del cuadro de El entierro del Conde de Orgaz durante la Guerra Civil, cuando fue necesario protegerlo de los bombardeos con sacos terreros.
Tal y como ponía de manifiesto Ana Carmen Lavín, se trata de mover al viajero por toda la ciudad y, de esta forma, poner en valor otros enclaves interesantes y generar riqueza. Añadía que «El Greco en Toledo» está funcionando muy bien y que «los comentarios que estoy recibiendo son satisfactorios». Al precio de cinco euros se puede adquirir en las librerías y, de cara al IV Centenario del fallecimiento del Greco, el objetivo es que circule entre los visitantes y esté disponible en todos los espacios relacionados con el pintor.
En relación a esta conmemoración de 2014, considera que «es un colofón a un trabajo de muchos años en los que se ha llevado a cabo la remodelación del museo y una importante tarea de investigación». Apuntaba que «es el broche final» y una propuesta «muy interesante» que, esperan, traiga gran afluencia de público. Señala que habrá grandes exposiciones, actividades, publicaciones, conciertos… esto es, un empuje turístico y cultural similar al que la ciudad vivió en el 2000 con la exposición «Carolus» con motivo del V centenario del nacimiento de Carlos V.
La gerente del museo ha informado de que, teniendo en cuenta que aproximadamente el 30 por 100 de los turistas que vienen a la capital regional son anglosajones, «ya está preparada la traducción para publicar la edición en inglés», algo que «no tardará en salir».
Desde esta institución consideran que en Toledo hacía falta una guía así, máxime cuando las últimas datan de casi un siglo. En esas antiguas guías -publicadas en español, inglés y francés- tiene mucho que ver el Marqués de la Vega Inclán, un apasionado de la obra del Greco a quien se debe la creación del Museo del Greco en 1910 después de adquirir y restaurar los restos de un palacio cercano a donde estuvo ubicada la verdadera vivienda del pintor. Él mismo se encargó también de restaurar varios cuadros que estaban a punto de desaparecer por su mal estado de conversación y de promocionar este centro turístico, también a nivel internacional, y convertirlo en el espacio más importante dedicado al Greco.
Nombrado Comisario Regio de Turismo entre 1911 y 1928, el papel del marqués fue fundamental para el desarrollo turístico del país y, más en concreto, de Toledo. Además de militar, pintor, viajero y uno de los mecenas españoles más importantes de la primera mitad del siglo XX, supo ver el potencial cultural y turístico de España y el interés que suscitaba en el extranjero. Así, llegó a poner en marcha la Red de Paradores, creó el germen del futuro Ministerio de Turismo y su labor fue básica en la creación de la Casa de Cervantes en Valladolid (1915), del Museo Romántico en Madrid (1924) y del Museo Sorolla.
Allá por el año 1910, Toledo era una ciudad deprimida y sin apenas actividad aconómica. Es entonces cuando se pusieron las bases para el Toledo actual, un lugar turístico en cuyo desarrollo fue protagonista el marqués de la Vega Inclán y el Museo del Greco, con un crecimiento constante del número de turistas solo interrumpido por las guerras.
A pesar de lo mucho que se ha escrito y estudiado a cerca del Greco, Ana Carmen Lavin comentaba que esta gran figura artística aún tiene que decir y descubrir sobre sus dos etapas menos conocidas: su época italiana, en la que de Creta marchó a Venecia para formarse junto a Tiziano y Tintoretto y más tarde a Roma; y el taller del Greco.