De igual modo que Cervantes concibió en una cárcel su inmortal «Don Quijote de la Mancha», la adaptación «exprés» de esta obra al lenguaje de nuestra época también fue concebida por el escritor y periodista argentino afincado en Toledo Mario Paoletti, durante su estancia en una cárcel de Argentina.
Así lo subraya, en una entrevista con Efe, el propio Paoletti, director del Centro de Estudios Internacionales de la Fundación Ortega y Gasset-Marañón en Toledo, coincidiendo con la publicación, estos días, del «Quijote Exprés» en su Buenos Aires natal.
Paoletti (1940) explica que la idea de escribir la obra que ahora ve la luz la tuvo en 1977 en la cárcel de Sierra Chica, en Argentina, donde pasó cuatro años encarcelado durante la dictadura de Videla.
Allí, por primera vez, leyó íntegramente el texto de la novela, «en voz alta y lentamente», para que durase los dos meses que, según las normas de la cárcel, le estaba permitido a los internos disfrutar de cada libro prestado, detalla Paoletti.
El escritor confiesa que la corriente de simpatía con el andante caballero fue «instantánea y duradera», por lo que cuando acabó la lectura del libro se propuso la tarea de actualizarlo para «esos lectores que nunca se atrevieron con el Quijote en su versión clásica porque lo veían demasiado extenso y complejo».
Sin embargo, este objetivo no pudo acometerlo hasta muchos años después, cuando la vida le dio «el respiro necesario para hacerlo» y fue precisamente en Toledo, la ciudad donde la novela de Cervantes había nacido hacía cuatro siglos y a la que Paoletti vino a residir tras salir de la cárcel, deportado por las autoridades militares.
En «Quijote Exprés» (editado por la editorial Emecé, del grupo Planeta), Paoletti somete el texto de Cervantes a lo que él llama «microcirugía literaria para limpiarlo del óxido del tiempo», un proceso en el que ha perdido muchas páginas, unas 300, y todas las notas aclaratorias, «que ya no son necesarias», subraya su autor.