No podía ser de otra forma tratándose del CD Toledo, un equipo curiosamente, históricamente hermanado con el Atlético de Madrid, poseedor de ese gen tan exclusivo de los colchoneros que les hace dar lo mejor de sí cuando la empresa es hercúlea y diluirse como un azucarillo si la faena se antoja asumible. No en vano el Atleti de Luis Aragonés pisó el Salto del Caballo para inaugurarlo, un excolchonero como Manolo Alfaro está al frente y tanto comentario colchonero se escucha en la grada. Por eso el 0-0 frente a todo un Tenerife, por eso un partido más que decente de los de Alfaro, por eso una faena pulcra que incluso, de haber sellado la victoria, a nadie le hubiese extrañado.
Tras los primeros minutos de tanteo, el Tenerife, todo un exPrimera y en tiempos todo un señor equipo de la máxima categoría sobre todo cuando Jorge Valdano llevaba sus riendas, se hacía con el partido, algo lógico dada su entidad y las hechuras de este Toledo, que lejos de amilanarse o acomplejarse aguardaba su oportunidad. Pero el toque, la presencia, el dominio, el juego, eran de los isleños, que poco a poco firmaban dos claras ocasiones, la primera, de Víctor Bravo, tras una exquisita triangulación que daba cuenta de la categoría del cuadro visitante. Parecía que sería un paseo militar isleño, sin hora de retraso, ya que el Toledo apenas corría tras el balón. Pero hablamos del Toledo, al que le va esa marcha tan rojiblanca que él ha teñido siempre de verde.
Y el Toledo, moviendo el cuero con criterio, jugando sin complejos, firmó dos claras oportunidades, como ese cabezazo de Óscar a bocajarro al que solo le faltó algo de intencionada dirección, o ese disparo envenenado de Dani Alonso, seco, raso, que Aragoneses mandó a córner a duras penas.
Alfaro sacó lo que tiene. Con Boades muy destacado en la dirección, acertando en todas sus decisiones y Diego Carrillo y Dani Alonso echando una mano al punta de referencia, Óscar. Por los isleños, la gran presencia de casi todas sus piezas, atléticas, finas, autoritarias, exhibiendo el mejor criterio, con Zazo de maestro de ceremonias, Chechu de estilete por su banda derecha y Gómez y Perona sembrando la inquietud en la zaga verde y en la grada dada su condición de puntas técnicos, rápidos, con mucho oficio. Lo dicho. Parecía un paseo tinerfeño, pero el conjunto visitante no anduvo fino en el remate. Con todo, las ocasiones no fueron muchas.
Y llegó la segunda parte. Para sorpresa de todos, aunque el Tenerife añadiera alguna oportunidad, fue una fase en la que el Toledo se hizo acreedor a algo más que el empate. Pasaban los minutos y ocurría lo que pocos esperaban: el Tenerife se diluía, cansado, y el Toledo, más fresco, mejor físicamente, se apuntaba a la heroica de cargarse a un exmatagigantes de Primera. Aparecieron las asociaciones de Dani Alonso y Carrillo, bien catapultados por un Boades magnífico hasta que dijo basta. Fueron momentos en los que la fluidez en el juego ofensivo de los locales demostraba que había espacio para la ilusión… de no ser por la inoperancia ofensiva: Carrillo culminó un «ensayo» y el voluntarioso Encinas se metió hasta la cocina para cabecear un centro que todo el mundo vio dentro.
La desapacible mañana dio además para la mala noticia de la lesión de Aguirre, la perla local. Saltó al campo Alberto y Dani Gómez, muy nervioso en la primera parte, pasó al costado.
La cosa acabó en 0-0. La grada reconoció el buen partido de los suyos frente a un gallito. La tarea habría sido heroica de haberse dado la definición, esa cosa, hoy por hoy para el Toledo, con plumas.
0 – CD Toledo: Saavedra, Amores, Javi Sánchez, Dani Gómez, Aguirre (Alberto), Ramírez, Boades (Javi Fernández), Encinas (Butra), Carrillo, Óscar y Dani Alonso.
0 – Tenerife: Aragoneses, Rodríguez (Meji), Gómez, Perona, Ayoze, Crstóbal, Medina, Marcos, Bravo (Germán), Chechu (Roquete) y Zazo.
Árbitro: Vizuete Sánchez. Mostró tajetas amarillas a los locales Ramírez y Amores y al visitante Bravo. No tuvo mayores problemas, aunque los locales le protestaron la señalización de varias faltas.