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06/06/2013junio 12th, 2017

¿Qué tiene la montaña para que haya tantos alpinistas a los que el riesgo de perder la vida no les frena? Contesta el ultrafondista José Luis Romero, de 31 años y Miguelturra (Ciudad Real), que se ha quedado a unos 1.300 metros de coronar por primera vez el Everest y ha calificado la aventura de «experiencia alucinante»: «Hay una novela de Michael Ende, ‘La Historia Interminable’, en la que se habla de qué mueve a las personas en sus objetivos e ilusiones. Es muy difícil de explicar, es lo que me atrae. Yo he coronado cuatro o cinco cimas y es una emoción grandísima».

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Era la primera vez que Romero, quien vendió su participación en una agencia de viajes para lanzarse a esta aventura, lo ha intentado con el coloso, cuya cima llega a los 8.848 metros. Él se ha quedado en los 7.500. El primer día de aclimatación le salió una ampolla en el talón de su pie derecho que se le reventó, lo que le produjo una herida. Llegó a sentir escalofríos. No se podía quitar la bota. Cuando bajó y vio la herida… tenía 25 días para recuperarse.

Lo siguió intentando hasta llegar a esos 7.500 metros, hasta el campo dos, cuando decidió regresar. Fue cuando le llegaron noticias de que por la cara en la que él subía habían muerto seis alpinistas, además de ocho o nueve por la cara sur. «A España solo llegan noticias de los españoles que caen, pero esto es únicamente una mínima parte de los que dejan su vida en la montaña», explica.

Cuenta José Luis Romero que en el mes de adaptación en el Valle del Khumbu habló con Carlos Soria, 70 años, cuya expedición española al Kanchenjunga constaba de unas ocho personas. Por la misma cara del coloso subía otro grupo, estadounidense. Tras hablar con Soria consultó por Internet para ver qué había pasado con la aventura del veterano escalador.

«TUVO UN PRESENTIMIENTO»

Y se enteró de que Soria, a solo 300 metros de la cima, y aunque él y su grupo disfrutaban de unas condiciones muy buenas para seguir, «tuvo un presentimiento» y mandó regresar. Luego se enteró de que seis estadounidenses de la otra expedición morían en el intento.

¿Es verdad eso de que llega un momento en el que el escalador, retando a toda razón, decide seguir a toda a costa? Contesta que sí, que la altura «te cambia el organismo, el estado de ánimo, uno puede pasar de la euforia absoluta al hundimiento». Revela que el frío también te hace dormir mucho menos, no más de tres horas, y te hacer perder una gran cantidad de masa muscular, como le ha pasado a él.

Secretos de este deporte sin igual. ¿Volverá? «Sí. Es una aventura grandísima», responde. En tres o cuatro años. Antes debe reponerse y prepararla. Tiene tiempo. Ninguna pareja, por ahora, le retiene. Ahora va a buscar trabajo, pero si en España no lo encuenta podría irse a Nepal, «donde hay qué hacer en el sector turístico», informa. Antes de todo, su inquietísimo cuerpo se forjará en un triple Ironman en Alemania. Este hombre no para.

15.000 EUROS PARA TERMINAR DOS ESCUELAS Y UNA RESIDENCIA EN NEPAL

José Luis Romero es, además de aventurero, un deportista solidario. Junto a dos amigos crearon el proyecto «Sonrisas y Montañas» aún no inscrito oficialmente, en el que ya colaboran 10 personas. Fruto de su expedición al Everest resultó la recaudación de 16.200 euros, de los que 15.000 ha entregado a la ONG Educa Nepal para que termine de construir allí dos escuelas y una residencia de estudiantes. Los trabajos están muy avanzados.

Los 1.200 euros restantes los va a destinar a un nuevo proyecto de «Sonrisas y Montañas». La intención del grupo es concentrarse en un proyecto anual. El próximo quizá sea ayudar a los niños soldados de El Congo.

«Sonrisas y Montañas» lo conforman 10 amigos de Miguelturra, Cuenca, Albacete y Socuéllamos (Ciudad Real).

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