Tranquilo, resuelto, de fácil conversación, el toledano Gonzalo Pérez de Vargas ha llegado a la portería de la Selección española de balonmano para quedarse por muchos años, como demostró con sus paradas ante Suecia, un choque en el que fue determinante para que España alcanzase con pleno de puntos la segunda fase del Europeo de Polonia.
Paradas y más paradas que esconden horas y horas de trabajo, la fórmula de este joven toledano, que cumplió hace apenas dos semanas los 25 años, para superar cualquier obstáculo, incluidos, los prejuicios que su altura, 189 centímetros, ha suscitado desde el inicio de su carrera.
«Supongo que es más fácil parar más balones cuando eres un poco más grande, pero nunca me he visto coartado por ser más bajito de lo que marcan los estándares para un portero. Nunca me he planteado que no pueda parar por ser un poco más bajito que mis compañeros», señaló Pérez de Vargas.
Y es que determinación y confianza nunca le han faltado desde que a los 5 años comenzase a jugar en su Toledo natal al balonmano con sus compañeros de trabajo y que a los 16 hizo las maletas con destino a la Ciudad Condal para enrolarse en el categorías formativas del Barcelona.
Un club en el que ha tenido la oportunidad de compartir entrenamientos con leyendas como David Barrufet o el danés Kasper Hvidt, aunque como el propio Pérez de Vargas reconoció, es del bosnio Danjel Saric, con quien comparte en estos momentos la portería azulgrana, del que más ha aprendido.
«Sería injusto no decir el nombre de Saric, porque es de él de quien más he aprendido. Su concentración y meticulosidad en el trabajo son lecciones que no se me olvidarán jamás», señaló Pérez de Vargas.
La misma concienzuda actitud con la que Gonzalo Pérez de Vargas se emplea en cada entrenamiento para pulir un estilo propio bajo la portería, en el que destaca su capacidad para detener, como demostró ante los cañoneros suecos, los lanzamientos a distancia.
«Desde el principio me di cuenta de que tenía una habilidad para detener los lanzamientos de larga distancia y en eso me he apoyado para seguir creciendo y trabajar más otros aspectos, como los lanzamientos de seis metros o del pivote en los que no estoy tan bien», explicó el portero español.
Un carácter perfeccionista que le llevó a ser señalado desde muy joven como el sucesor de los Lorenzo Rico, David Barrufet o José Javier Hombrados en la portería de una selección española, en la que debutó en una gran competición internacional en el Europeo disputado hace dos años en Dinamarca.
«Era mi primer torneo importante y tengo que reconocer que no me sentí a gusto del todo en la portería. Es cierto que ganamos la medalla de bronce, y fue una alegría, pero me sentí un poco cohibido, nunca estuve a gusto para desarrollar mi juego», comentó Pérez de Vargas.
Una situación que cambió radicalmente tan sólo un año después en el Mundial de Catar, donde Gonzalo Pérez de Vargas se convirtió con sus espectaculares actuaciones en uno de los puntales del conjunto español.
«En Catar me sentí mucho más tranquilo, más asentado y eso creo que se vio reflejado en mi actuación. Me demostré tanto a mí como a mis compañeros que había estaba preparado para estar en la selección, que había dado un paso adelante y que podían contar conmigo», comentó el guardameta español.
Una explosión que no ha enturbiado la sana competencia que mantiene con el «grandullón», como se refiere cariñosamente a Arpad Sterbik, el teórico número uno en la portería de la selección y con quien es habitual verle compartir horas en el hotel de concentración del equipo español.
«Tenemos una relación muy buena. Los dos tenemos un carácter muy parecido, somos dos personas tranquilas y compartimos muchos ratos fuera de la pista. Yo sé que cuando Arpad está bien tengo que asumir otro rol, pero lo importante es que esté quien esté, la portería de España funcione», afirmó Pérez de Vargas.
Tal y como demostró ante Suecia, donde hizo olvidar con sus paradas al lesionado Arpad Sterbik, y permitió a España dar un nuevo paso hacia el ansiado oro continental, que permitiría a Gonzalo Pérez de Vargas cumplir el «sueño» de disputar el próximo verano los Juegos Olímpicos de Río.