domingo, 22 de septiembre de 2024
30/09/2014junio 8th, 2017

Jaime Jiménez Moreno, juez de línea. Toledano, 30 años, va por su tercer año siendo linier en Segunda División, hermano del ya exárbitro David, el que le metió el gusanillo en el cuerpo a los 13 años, y hasta hoy. Aunque arbitrara partidos a chavales en sus comienzos, a él le gustaba más ir acompañado a los partidos, el anonimato del juez de línea, la muy relativa tranquilidad del linier. Es más, eligió la banda y no la va soltar nunca, tanto le gusta (en el colectivo arbitral son dos ramas separadas, la de árbitro y la de linier).
A este joven línea toledano le encantaría, ya puestos en Primera, asistir en un partido del Athletic de Bilbao: «Viven el fútbol de una manera distinta al resto», asegura.

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Él lo tiene muy claro, su gran objetivo es alcanzar la Primera División, lo más de lo más. Tiene «muchas ganas» de lograrlo, valorando el hecho de que estar en Segunda ya es «muy difícil». Pero se ve con fuerzas, con posibilidades, si sale airoso de la labor de los informadores.

Jaime asegura que «nunca le han pegado» en un campo de fútbol, aunque haya tenido sus «trifulcas». «Es la pregunta clásica que nos hacen. Nosotros procuramos no darle importancia a esto», afirma el juez de línea, quien revela que hoy en día tanto en 2ªB como en Segunda son casi inexistentes las agresiones.

Este linier toledano destaca a una afición sobre todas por su animosidad: «Nunca olvidaré aquel partido porque fue mi último en Segunda B. Fue un Cádiz-Real Madrid Castilla; en este último jugaban Morata, Jesé, Nacho… A las dos horas de empezar el partido había colas para entrar en el campo. Y eso que el Cádiz acabó perdiendo por 0-3…», recuerda.

Cuando se le pregunta por la afición más tranquila, no duda en destacar la del filial madridista, el Real Madrid Castilla: «En ese club lo importante es el primer equipo», constata.

¿Duro, un partido muy duro? «Un Sporting de Gijón-Ponferradina. Comenzó con una decisión difícil que encendió los ánimos del respetable, una decisión que puso el partido a nuestra espalda», comenta.

Si tuviera la suerte de arbitrar en Primera tiene muy claro el campo en el que le gustaría pitar: «Aunque ya no pueda ser el viejo San Mamés», apunta, elige el nuevo feudo del Bilbao: «La ciudad vive el fútbol de forma distinta a como lo hace el resto. Es la ciudad de un club que trasciende la parte comercial, lo viven de otra forma, es la idiosincrasia del Athletic de Bilbao», dice.

Jaime Jiménez, un juez de línea feliz, se entrena cuatro o cinco veces a la semana cuando hay partido, cinco o seis cuando no lo hay. Lleva una preparación física especial y tiene que estar al día de las innovaciones del reglamento. Del arbitraje español tiene claro que «es muy competitivo y de los mejores del mundo». Este año va a terminar magisterio. Se siente «bastante bien pagado para lo que conlleva» su labor de juez de linea, a la que se dedica en exclusiva. 

Su salario consta de una cantidad fija más variables, en función de los partidos en los que interviene, pero para una media de dos partidos mensuales cobra entre 3.000 y 4.000 euros al mes, un trabajo que contiene, recuerda, entrenamientos, pruebas físicas y viajes de concentraciones.

Jaime Jiménez, segundo por la izquierda.

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