Si uno se acerca a la pista de atletismo de la Escuela de Gimnasia en Toledo, el día señalado, se encuentra con un deporte, el atletismo, en su estado más puro, sin los aditivos, colorantes, elementos extraños e imperfecciones del deporte profesional. Al que dedica su vida el Liberbank Club de Atletismo Toledo, club señero en la región que ha formado a más de 7.000 niños y niñas en sus 40 años de vida, por el que han pasado deportistas de la talla de Lucas Búa, Julio y Fernando Rey, Iván Galán, Fernando Fernández Gaitán…
Entre los atletas había uno muy espigado, estirando las piernas apoyándose en una de las vallas laterales: un campeón de España de 400 metros que responde al nombre de Lucas Búa, para quien ver a los chavalitos del Liberbank CAT correteando, portando camisetas amarillas, seguro que le trae recuerdos de cuando empezó, a los siete años, en este club, y del mucho tiempo que le llevó darse cuenta de que lo que gustaba era el «juego» de la velocidad» («el fondo es muy sufrido»).
Al mando de las operaciones, en plena pista, está el presidente desde hace ni se sabe de años, Julián Martín, que disfruta como un enano de la jornada. Al fondo, varias decenas de niños y niñas, algunos de los cuales apenas levantan un palmo del suelo, entrenan al mando del monitor Iván. Martín cuenta que el club se encarga de unos 300 atletas, de todas las edades, «más niños que niñas, qué curioso», apunta.
¿Cómo se hace para «convencer» a los niños, para captarlos? «Juan Antonio Rosique (entrenador que lleva desde 42 años forjando a jóvenes atletas en el CAT) es el reclamo. Todo el mundo le conoce. Nunca ha cobrado nada, les ha traído y llevado, y ha sido muy estricto, tenían que estudiar, el 80 por 100 de los chavales han pasado por la Universidad, aunque no hacerlo no es ninguna deshonra, ¿eh? mírame a mí, yo no lo hice y aquí estoy», comenta el dichachero Martín.
El club está a la espera de la llegada de las subvenciones como agua de mayo (nunca mejor dicho), y es que, además de dirigir a tanta chavalería, la organización del Cross y la Marcha Espada Toledana, ambos de los mejores de España, no son moco de pavo: «Hubo una vez que estuvimos a punto de suspender la Marcha, nos dicen siempre que no la dejemos, ya que hay pocas, y luego siempre es de las que más medallas produce», constata.
A Martín, aunque está encantado de dirigir el club, le gustaría que le sucediera alguien como Fran García, quien está a su lado, un atleta que llegó al club preparando una oposición para bombero, corredor de velocidad ahora en el Alcorcón. García se lo está pensando: «No sé que hacer, para ser la cabeza del club hay que tener a gente y aún no me conocen bien…».
Otro de los hombres fuertes del club, de los de pie de pista (como todos) es Félix Ripiero, que también se encuentra en la pista al frente de una treintena de niños y niñas. Lleva 12 años con ellos tras reunir en su día a media docena de atletas de la talla de Ángel Ronco, Lucas Búa, Ricardo García… Le cogió el gustillo y desde entonces hace captaciones personales gratuitamente de jóvenes deportistas con la única condición de que militen en el CAT. «No es fácil pelear con los chavales, hay que tener mano larga y suave y buen carisma, y yo creo que los tengo, si no, no reuniría a tanta gente…». Asegura que es en infantil cuando el joven aleta ya sabe por dónde tirar.
Acto seguido nos metemos entre los chavales. Empezamos por el más tímido pero en seguida se agolpan muchos que quieren hablar. A todos les gustaría seguir con el atletismo de mayores, muchos ya eligen los saltos (de altura y longitud) y el lanzamiento de peso, están encantados con el entrenador, juegan además de entrenar…
Pablo García Romay lo tiene muy claro a sus ocho años. Tras reclamar su entrevista responde con gran seguridad de sí mismo a la pregunta de por qué practica el atletismo: «Porque me gusta mucho y puede que de mayor me dedique a esto. Lo que más me gusta y mejor se me da es el salto de longitud. Iván me dirige muy bien. Estoy en el CAT porque me pilla cerca de casa y vi que aquí me gustaría estar». Este chico apunta lejos, en el atletismo o en lo que sea.
A unos 100 metros está su madre Elena Romay, quien dice que Pablo «es muy entusiasta en todo lo que hace, y le gusta venir hasta lloviendo… ¿Que si me gusta que se dedicara a esto? Si es lo que quiere… es un buen complemento a cualquier otra cosa», responde.
Guillermo Serrano Guerra, Mayka Padilla Linares, Bárbara Moreno Castro, Carlota De la Cruz Gaitán, Laura Alonso Rodríguez, Manuela Martínez Casado… algunos de estos nombres podrían sonar en el futuro atlético del club toledano y del país, quién sabe, pero tampoco esto es lo que importa realmente, esto es lo que hace grande al Liberbank CAT. Jóvenes deportistas entrenados, además de por los ya citados, por los monitores Jesús García y Antonio Layos.
Los niños y niñas llegan al Liberbank CAT porque ya les gustaba el atletismo, por la cercanía física, o por los padres. Este último es el caso de Ana María Riquelme, hija de Manuel Riquelme, de la Asociación de Fondistas Toledanos, que llevó a su hija a la asociación… le gustó, la apuntó al Patronato… y hasta hoy.
Acabamos el paseo por la pista reparando en «un tal» Juan Antonio Rosique: «¿Yo el reclamo? Julián vive de las glorias pasadas. Ahora hay otros que mueven más a la gente. Llevo en esto desde 1975. Antes tocaba todos los palos, salto, pértiga (no había nadie) y ahora hago carreras, de velocidad y medio fondo».
Mucha gente ha pasado por sus manos. Modesto, no da nombres: «Por no olvidarme de nadie», dice. ¿Cuánta mecha le queda? «Hasta que Dios quiera. En educación ‘me echaron’ (está jubilado) por la edad, yo querría haber seguido».
Nos vamos de la pista con la sensación de habernos dado un atracón de deporte puro, en su esencia, transparente, resistente. ¿Hay alguien que dé más por menos? Surge en seguida la certeza: no.