Increíble lo que tuvo que vivir la corredora Vanessa Veiga, toledana de adopción, tras ganar el Maratón de Madrid, para ella «uno de los más importantes del mundo». La gesta tuvo que ser inenarrable, aunque ella lo intenta.
«¿Cómo es ese dicho? Nunca es tarde…», comenta una pletórica y amabílisima Vanessa Veiga al teléfono en su casa, un día después de la gesta perfecta, un rato antes de someterse a una sesión de fotos para encastillamancha.es e ir a recoger a sus hijos. … «Si la dicha es buena» completa este periodista, el mismo que comprueba que algunos grandes campeones, como ella, lo son a fuerza de una gran humanidad.
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«La garra y el carisma que pueda tener ahora se la debo a mis tres hijos», afirma esta atleta de 33 años que no se «arrepiente de nada», de dar a luz a tres niños dejando un tiempo un su carrera, de vivir el mejor momento de su carrera en plena madurez.
La Maratón de Madrid fue para ella la «carrera perfecta», parafaseando el título de aquella pelicula protagonizada por George Clooney, una prueba preparada científicamente por su marido y cuñado respectivamente, Julio y Fernando Rey, liebres de lujo de la campeona quienes, ante los primeros nervios de Vanessa, la conminaron a que corriese «tranquila y segura» y a que confiase en ellos.
La campeona admite que no estaba entre las favoritas, sobre todo cuando comprobó la lista de 10 rivales superiores a ella. «Por eso ni me lo creía, pero yo me había entrenado muy bien y sabía que estaba en un momento de forma muy bueno», constata, un trabajo en el que las cuestas de Toledo van que ni pintadas para encarar un «circuito rompepiernas, para valientes, muy duro, con sus subidas y bajadas, viento, el empredrado, propios de la Maratón de Madrid, un circuito, con todo, precioso», explica la corredora, para quien la prueba de la capital de España ya está «entre las mejores de mundo».
«Dijeron que había reinado en el infierno», afirma Vanessa, para admitir que no andaba descaminado quien lo dijo, por la dureza de la carrera.
Para la campeona, parte del mérito del triunfo corresponde a los Rey por la perfecta estrategia que trazaron. A eso del kilómetro 35 se marchó Girma. «Tranquila, dejala que se vaya, tenemos un plan marcado», le dijo Fernando, que incluso llevaba un boli en el brazo para hacer los cálculos. Vanessa admite que ya «no protestaba, confiaba en ellos».
No en vano su marido Julio la había avisado de que un maratón «no se gana hasta el final. «Yo confiaba mucho en mi final, porque soy muy rápida», añade ella.
Prosigue la corredora toledana revelando que desde el kilómetro 40 sintió unos calambres terribles y que le costó seguir el ritmo de su cuñado. Fue cuando tiró «de sangre fría».
Un demostración de que fue la «carrera perfecta» para ella es que pudo dedicar el triunfo tanto a su padre como a su tío, que cumplían años el mismo día.
«Emocionada, deslumbrada», está aún Vanessa Veiga por la repercusión que ha tenido su victoria. La atleta gallega, toledana de adopción, revela que había entrenado muy bien, sacrificado la temporada por esta prueba.
Vanessa Veiga, o una carrera en la élite que, a pesar de ello, no podría competir si no fuera por el dinero que ganó su marido Julio Rey en sus tiempos de triunfos. «De otra manera no podría competir, ni de coña», admite quien revela que solo cuenta con la beca Clamo (Castilla-La Mancha Olímpica) por sus méritos, a pesar del apoyo que le da su firma, Adidas. «Creo que no hay ningún atleta que pueda vivir solo del atletismo al 100 por 100. La crisis pasa factura. La cuantía de las becas ha bajado un montón», explica.
A pesar del gran triunfo en Madrid, Vanessa tiene su carrera preferida, el Maratón de Londres, una carrera que le ha «hecho crecer como atleta y como persona». «No cambio por nada el Maratón de Londres», insiste.
Este gran triunfo le ha llegado en la madurez. Dice que no se arrepiente de nada, ni de posponer su carrera para ser madre: «Tras los embarazos me costó reeengancharme, pero no me arrepiento, ser madre me ha hecho crecer como persona y como deportista», asegura.
¿Y ahora? «Mi próxima cita? Irme a París con mis hijos, ya que he terminado fastidiaílla», responde, y concluye: «Veré con Julio padre e hijo, pero será una prueba de asfalto», avanza, ya que tiene encaminado su futuro a esta modalidad.
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