La maratoniana Vanessa Veiga es una atleta con una carrera deportiva muy especial. Aunque nació en la localidad de Gondomar (Pontevedra), es toledana de adopción, ya que vino a la capital de nuestra región en 1999 para vivir junto al que ahora es su marido, el ilustre maratoniano Julio Rey.
Cuatro años después de su llegada a Toledo, Vanessa, una de las promesas del atletismo de nuestro país, decidió dejar a un lado el deporte para embarcarse en otra gran empresa, ni más ni menos que la de ser madre. Así, nuestra protagonista pasó de ser un proyecto de gran atleta a la madre de tres hijos.
Pero seis años después de abandonar el atletismo, decidió regresar. Su objetivo fue la larga distancia. Y demostró que el retiro no había mermado su calidad en Castellón, ganando el Campeonato de España de Maratón en 2011 y obteniendo la mínima que aseguraba su presencia en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Y todo en su primera carrera maratoniana.
«NO ME PLANTEABA SER OLÍMPICA EN ESTA SEGUNDA ETAPA DE MI CARRERA»
Ahora, Vanessa no se quiere presionar demasiado de cara a la cita olímpica y se marca como objetivo «mejorar mi marca personal y acercarme a las 20 primeras clasificadas». Un objetivo que puede parecer enorme para alguien que ha estado tanto tiempo fuera de la práctica deportiva, pero que con su meteórica carrera no parece ningún imposible.
De hecho, ella misma reconoce que «en mi primera etapa como atleta sí soñaba con llegar a ser olímpica, pero en esta segunda no me lo planteaba». Y como no podía ser de otra forma en unas Olimpiadas, considera que no hay enemiga pequeña, aunque señala a «las keníatas y africanas en general, y también a las portuguesas» como las rivales a batir.
Respecto a quién sería la primera persona de la que se acordaría si ganase una medalla en Londres, no tiene dudas y asegura que «mi marido» sería el primero que pasaría por su mente al cruzar la línea de meta.
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