40 años de la legalización de CC.OO., desde las octavillas en la calle Ancha a los piquetes de la huelga de 2010
Las Comisiones Obreras cumplieron el 27 de abril 40 años desde que fueran legalizadas. El hasta hace pocos meses secretario provincial de CC.OO. Toledo, Jesús García Villaraco, ha escrito un libro repasando la historia del sindicato en la provincia y repasa con encastillalamancha.es las fechas claves
El acto que celebró el jueves 27 por la tarde CC.OO. en el Centro Cultural San Marcos de Toledo con motivo de los 40 años de legalización de CC.OO. no es simplemente un aniversario de un sindicato, es la conmemoración 40 años de lucha por los derechos por los trabajadores, que han servido para que “allí donde ha habido sindicatos se ha avanzado más en los derechos de los trabajadores”, resume Jesús García-Villaraco, hasta hace pocos meses secretario provincial en Toledo.
CC.OO. y su primera marcha: de la Bola del Miradero hasta la Fábrica de Armas
Algo sucedía en el interior de muchos ciudadanos, el franquismo agotaba sus días y la oposición y la lucha sindical se abrían paso en la clandestinidad. Algunos años antes de la muerte de Franco, en 1971 hubo una gran marcha que, quizás, cambió el sindicalismo en provincia de Toledo.
1.700 personas partieron de la bola del Miradero hasta la Fábrica de Armas. Los trabajadores de la Fábrica, junto con los líderes sindicales, abrieron paso a una lucha que llega hasta nuestros días. Esta primera marcha generó “inquietud en la gente y en las autoridades, los (policías) secretas estaban en Santa Bárbara apuntando gente”.
Solo era el germen de los que más tarde sería el sindicato. A partir del año 1975 y 1976 “la movilización fue enorme” y CC.OO. se extendió por “infinidad de empresas”, pero también por todas las comarcas de la provincia. Se propagaron “por los distintos sectores” que llegaba “hasta los enseñantes, la gente del textil…”.
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Esta primera marcha generó inquietud en la gente y en las autoridades, los (policías) secretas estaban en Santa Bárbara apuntando gente[/ze_summary]
En el libro “Las CC.OO. de Toledo”, Villaraco trata de contar cómo fueron esos inicios en una provincia que “era un páramo, la gente aquí lo había pasado muy mal, quizá peor que en Madrid o Barcelona”, porque la “represión había sido muy cercana, de denuncia, fusilamientos y había un miedo metido en los huesos de la gente”.
Pero el embrión creado con los 1.700 trabajadores de la fábrica de armas generaría un “microclima, que se va concretando un núcleo militante y ese sería el inicio de CC.OO”.
Las octavillas repartidas por la calle Ancha de Toledo
Otro de los momentos clave que recuerda Villaraco es cuando “se tiraban octavillas” con las reclamaciones del sindicato. Se hacían “en una multicopista, una a una”, y cuando “cientos de octavillas sobrevolaban la calle Ancha (la calle Comercio)”, esto a las autoridades tampoco les hacía ninguna gracia, “les causaba una inquietud enorme, porque comprobaban que algo se movía donde no se había movido nada durante un montón de tiempo”.
“Los más valientes las cogían y se las metían en los bolsillos para luego leerlas en casa, pero mientras iban por el camino les quemaba la octavilla”, recuerda el exlíder de CC.OO.
A partir de la Transición, “mucho trabajo, pero más callado”
A partir de la Transición el sindicato ha tenido “mucho trabajo, pero más callado, pero los convenio firmados por CC.OO. fijan las reglas y los salarios de 80.000 trabajadores, que nadie lo sabe, ni los propios trabajadores, pero que se hicieron gracias a las negociaciones”.
En plena Transición se vivió “un auténtico choque”, por un lado estaban “los franquistas que se resistían a cualquier cambio” pero por otro lado había movilizada “una gran cantidad de gente.
[ze_summary text=»La mayor huelga general fue la de 1988, se pararon hasta los relojes»]
La mayor huelga general fue la de 1988, se pararon hasta los relojes[/ze_summary]
También trataron de «extender la organización porque allí donde el sindicato estaba instaurado había muchas diferencias con los sitios donde no lo había».
Además de conseguir derechos para los trabajadores también se peleó por derechos más «transversales» como «los derechos de la mujer, derechos de salud laboral, que se pasó de 21 muertes al año a 6-7 en la actualidad y lograr muchísimos convenios tras negociar con empresarios y hacer movilizaciones». Otros de los avances que se han ido consiguiendo han sido «universalizar la sanidad, las pensiones, la enseñanza, la dependencia…».
De esas manifestaciones, para Villaraco la mayor fue la del 14 de diciembre de 1988, en la que se «pararon hasta los relojes».
Los peor de la etapa de la democracia, “los últimos ocho años”
El líder hasta hace pocos meses de la Federación toledana de CC.OO. asegura que los últimos ocho años han sido los peores desde la llegada de la democracia a España. “La reforma laboral nos ha hecho mucho daño”, reconoce Villaraco y el sindicato «lo ha pasado muy mal, porque hemos perdido gran cantidad de batallas».
Pero la lucha sindicalista sigue viva y pese a “tertulianos” que, según explica, tratan de deslegitimar al sindicato, él quiere trasladar a los trabajadores “el mismo mensaje de siempre”.
Los piquetes de la huelga de 2010
Uno de los episodios que más quebraderos de cabeza le ha hecho pasar fueron las consecuencias de la huelga general de 2010. En la fábrica de Airbus se formó un piquete y detuvieron a algunos de los integrantes. «El fiscal les pedía ocho años y tres meses», pero al final «quedaron absueltos», pero «como la justicia en España es tan lenta, lo pasaron muy mal, al igual que nosotros y sus familias».
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El fiscal les pedía ocho años y tres meses", pero al final "quedaron absueltos", pero "como la justicia en España es tan lenta, lo pasaron muy mal[/ze_summary]
Los históricos del partido: González, Díaz Ropero, Salmerón…
Muchos son los sindicalistas históricos que han tenido las Comisiones Obreras en la provincia de Toledo, aunque tristemente algunos de ellos ya han fallecido, el más reciente, Juanjo González. Él, junto con Chema Díaz Ropero y Juan Hernández Salmerón, “fueron los que crearon aquel movimiento”.
Explica Villaraco que lo peor de la época de la transición era “la ultraderecha”. “Ellos habían ganado la Guerra y pensaban que eran suyos los bienes y las personas, por ello se resistían a que las cosas fuesen de otra manera».
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Explica Villaraco que lo peor de la época de la transición era la ultraderecha, habían ganado la Guerra y pensaban que eran suyos los bienes y las personas[/ze_summary]
Aunque en la provincia de Toledo no fue donde más se cargó contra los sindicalistas “sí que hubo algunas detenciones (todavía en el franquismo), como la de Juanjo, uno de los históricos. Les cogieron por un tema transversal, habían detenido a militares que era demócratas y en una de las agendas estaba la dirección de Juanjo y lo tuvieron unos días en Carabanchel”.
“A toro pasado nos reímos, pero entonces no daba risa”
Escribiendo el libro, a Villaraco se le vino a la cabeza detención de Juanjo González junto con otro militante de CC.OO. y del PCE, y un muchacho que no militaba en nada. Decía “yo no soy de nada”, pero los otros le contestaban: “Da igual que no seas de nada, a nosotros nos van a dar hostias por un tubo, pero a ti hasta que averigüen de qué eres…”; y replicaba “pero si no soy de nada”, “¡pues díselo a ellos!”, le aseveraban y fue una noche en la que este anónimo activista “la pasó descompuesto por arriba y por abajo”.
[ze_summary text=»Da igual que no seas de nada, a nosotros nos van a dar hostias por un tubo, pero a ti hasta que averigüen de qué eres…»]
Da igual que no seas de nada, a nosotros nos van a dar hostias por un tubo, pero a ti hasta que averigüen de qué eres…[/ze_summary]
La mayor dificultad que ha encontrado a la hora de plasmar estas historias en el papel es que “es muy difícil trasladar el ambiente, esa atmósfera de miedo, claro, te metían en la cárcel y ni abogados ni nada, estaba el estado de excepción y no te decían ni de qué te acusaban, te llevaban de un lado para el otro…”.
Sigue recordando la detención de Juanjo González en la que “ni siquiera sabíamos dónde estaba, no lo sabían ni en el Gobierno Civil (la actual Delegación del Gobierno), y claro, tenían torturadores, auténticos psicópatas”.
Pero dice que lo peor en los años 75 y 76 no eran las autoridades “era la extrema derecha”, que fue la época de “los asesinatos de los abogados de Atocha. Gente que ve como se le viene abajo todo, que había ganado la guerra y se sentían dueños de bienes y de personas”.
“¿Cómo afrontabas esta etapa? Había que hacerlo y se hacía”
Villaraco empezó a escribir el libro tras la muerta de Juanjo Gonzáles. Quería construir junto a él este relato pero no fue posible. Con quien sí lo ha hecho es con Díaz Ropero, y le preguntaba cómo vivía esta etapa de cambio en España. Explica que le comenta que entre el miedo, la inconsciencia de la juventud, la valentía y la rebeldía, al final la máxima que les quedaba era que “había que hacerlo y se hacía”.
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