Un apretón de manos entre uno de los mandos de la Policía Nacional y el secretario provincial de CC.OO. en Toledo, Jesús García-Villaraco (y que pueden ver en la magnífica fotografía que ilustra este reportaje) fue el principio de una huelga que a la hora de escribir esta crónica inicial (las 23.50 del martes 13, a 10 minutos del comienzo oficial de la llamada al paro en todo el país) era absolutamente pacífica y sin ningún incidente que reseñar en la ciudad de Toledo.
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Porque a las 23 horas del martes comenzaba la «feria». De las instalaciones de Valoriza (la antigua Sufi), en el Polígono industrial de la capital regional, salían los dos camiones que hacían las veces de servicios mínimos y que se habían pactado en los días previos: uno grande para recoger la basura de la periferia de la ciudad y otro pequeño para el casco histórico.
Atravesaron la verja, que rodeaban unos 15 agentes de la Policía Nacional, sin ningún tipo de problemas, con apenas los gritos de una persona hacia otra de las que iban en las cabinas que provocaron algunas risas, pero con absoluta tranquilidad.
En las puertas de Valoriza se concentraban unas 150 personas de los sindicatos UGT y CC.OO. Apartados, cuatro coches de la Policía y alrededor de 20 agentes.
Llegada la hora, las 11 de la noche, se abrieron las puertas y salieron los dos camiones. Segundos antes, Villaraco avisó a los concentrados que se habían pactado los servicios mínimos, que la empresa lo había respetado y que ellos iban a hacer lo mismo.
No hizo falta decir nada más. Los dos camiones llevaban colgados el cartel de «servicios mínimos» y se marcharon «carretera y manta».
Todo tranquilo, como decimos. Segundos después, el apretón de manos entre el policía y el sindicalista. Empezaba bien la jornada, ¿terminará igual?
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