El municipio albaceteño de Ossa de Montiel contará con una planta de biomasa que va a generar 300 empleos y que estará impulsada por la empresa valenciana de energías renovables Valle del Magro, que iniciará el viernes la construcción de la planta que estará lista en seis meses.
La futura planta, destaca un comunicado, «que no contamina» dará empleo «a la cuarta parte de la población activa del municipio, de 2.750 habitantes, de forma directa o indirecta» y, además, «generará energía eléctrica para suministrar a toda la provincia de Albacete y no emitirá un solo gramo de CO2 a la atmósfera».
El alcalde de Ossa de Montiel, José Tello, ejecutará la idea, propuesta por un vecino de la localidad y aprobada por el pleno de la Corporación, de construir «la primera planta de gasificación y valoración energética por plasma que existe en España».
Tello ha detallado que, con este proyecto, «se enfrenta a la crisis» para parar la «sangría de destrucción de empleo», sobre todo entre los jóvenes y la población activa, y evitar así «el éxodo rural de España hacia otros países».
Se ha referido a que, en la actualidad, Ossa de Montiel tiene un 60 por 100 de paro juvenil y está «profundamente sumido en la crisis económica», según añade el comunicado.
La planta, que está previsto se construya en seis meses, dará trabajo a 50 personas y creará, en una primera fase, más de 250 trabajos indirectos. En la fase de expansión, las previsiones de empresas en torno a la planta están entre 25 y 30, que se beneficiarán de los excedentes de la actividad, tanto de electricidad como de vapor y de agua caliente sanitaria (ACS).
La planta de biomasa que se instalará en la comarca del Campo de Montiel, sobre una parcela de 8.000 metros cuadrados en terrenos calificados en el Plan General de Ordenación Urbana como industriales, «no emitirá ni un gramo de CO2, no deteriorará la capa de ozono y no generará emisiones acústicas».
El combustible que utilizará la planta son restos de cosechas que se producen en los terrenos de cultivo, como los rastrojos, así cómo los sobrantes de las podas de las masas de bosque y monte bajo, y la empresa Valle del Magro, propietaria de la planta, negociará la compra de todos los restos de cultivos agrícolas de la zona.
En la actualidad, un agricultor obtiene una media de 1.300 euros por hectárea de maíz cosechado y los residuos que produce la cosecha no le reporta beneficio económico por lo que se quedan en el terreno y generan «contaminación» del suelo y de las aguas de los acuíferos.
Con la venta de los residuos vegetales o las podas de monte bajo cada agricultor obtendrá entre 600 y 700 euros más por hectárea, según las mismas fuentes, pues la empresa explotadora «se compromete a comprar estos restos, a procesarlos con total limpieza medioambiental, a su degradación completa y reciclado eficiente».
El que la biomasa sea la única energía renovable que precisa de un aprovisionamiento continuo de combustibles, cuya valorización permite la generación de energía eléctrica, implica que en todos los procesos logísticos relacionados con este suministro continuo de materias primas se genere «un número elevadísimo de empleos» que se mantienen en el tiempo, han concluido las mismas fuentes.